Ante aquella tesitura, mi mente plana solo observó en su forma de actuar una acción un tanto populista, esas que tanto critican de otras formaciones. Ahora me doy cuenta de que lo que tienen es el miedo metido en el cuerpo. Se esperaban mejores resultados en las elecciones europeas y les pilló por sorpresa que una formación nacida meses antes de los comicios continentales sacara cinco europarlamentarios, uno más que ellos. En menos de un año llegan las municipales y las generales y ven que en las encuestas no despegan. En vez de hacer una reflexión profunda sobre sus líos internos e intentar enderezar la situación, se comportan como unos niños en el patio del colegio. Lo de las chapas y el crowdfunding parecía estrafalario viniendo de la formación magenta pero tenía un pase; lo de colocar ayer un cartel en el que se leía "zona libre de corruptos" cerca de sus estancias en el Congreso de los Diputados aprovechando las jornadas de puertas abiertas es, cuando menos, un intento de llamar la atención de manera desesperada.
Hace unas semanas dejaron pasar el tren de la coalición con Ciudadanos porque supuestamente no confían en la forma de proceder que ha tenido el partido dirigido por Albert Rivera en algunas localidades. Yo creo que es más una rabieta de Rosa Díez, que prefiere unos escaños menos antes que tener que compartir el poder en un hipotético partido en el que convergieran ambas formaciones. La que se marchó del PSOE porque no ganó la secretaría general y montó su chiringuito -algo que es muy legitimo- debió darse cuenta de que, por ejemplo, Ciudadanos pasaban a compartir su presencia en Cataluña con su partido -que no es nadie en tierras catalanas- en esa fusión que no fue. Pensó que jugaba con ventaja porque representaba la parte fuerte en la negociación y ahora está a meses para las elecciones haciendo monerías para ganarse unos minutos de telediario. Esto se pone interesante. Que cada palo aguante su vela, pero veremos a quién se lleva por delante la tormenta electoral de 2015.