En la capital alemana, aprovechamos las mañanas para conocer los miles de rincones que tiene y a última hora de la tarde parábamos en un saloncito con televisión que tenía nuestro hostal para tomarnos una Berliner bien fresca. El lugar en cuestión se llama Sunflower Hostel, está en la Helsingforser straße y la estación de metro más cerca tiene Warschauer por nombre. El que fuera nuestro centro de operaciones durante los tres días que pasamos en Berlín está situado en el histórico distrito Friedrichshain, que desde 2001, y por una reforma administrativa, está fusionado con el de Kreuzberg. Desde su creación en 1920, Friedrichshain fue un distrito de clase obrera y bastión de la izquierda y el comunismo. Ubicado al este de la ciudad, Friedrichshain fue duramente castigado durante la Segunda Guerra Mundial. Es muy conocida la estatua de Lenin que se colocó allí el 19 de abril de 1970 y que salía en la película Good Bye, Lenin! volando colgada de un helicóptero. En realidad no la quitaron así: tuvieron que desmontarla pieza a pieza, costó 100.000 marcos y desde febrero de 1992 está despedazada y enterrada en el bosque de Seddinberg (Müggelsee). Tras la caída del Muro de Berlín, Friedrichshain es una zona joven, con bares, pubs, movimiento okupa y con mucha gente que con la reunificación alemana se fue a vivir allá aprovechando las rentas bajas y los pisos vacíos.
Pues bien, mientras tomábamos una cerveza el 22 de julio de 2011 en el Sunflower Hostel y repasábamos el plan de la noche y del día siguiente, nos asustamos viendo como la televisión alemana contaba que algo había pasado en Oslo y en una isla de Noruega (los atentados perpetrados por Anders Behring Breivik, hombre de extrema derecha, nacionalista y fundamentalista cristiano de 32 años que en el juicio hizo el saludo nazi). No nos enterábamos mucho y que estas cosas pasen cuando estás lejos de casa acojona un poco.
Al día siguiente, el 23 de julio de 2011, también vivimos otra efeméride sentados en el mismo lugar: falleció Amy Winehouse. Antes de que saliéramos de viaje, anunciaron a Suede para el Bilbao BBK Live en sustitución de la cantante londinense, que cancelaba toda su gira europea por problemas de salud. Txikitin (que no pudo venir al viaje), Adur y yo teníamos compradas las entradas para los tres días que duraba el evento y decidimos seguir con el plan previsto. En los largos viajes de tren entre país y país hay mucho tiempo libre. Un día, creo que entre Marsella y Toulouse, recuerdo que Adur y Cobi sacaron de cabeza los nombres de todos los Pokemon, no les digo más. En los ratos de charla también salía a la palestra Suede. Nosotros, un poco paletos, no habíamos escuchado más que un tema suelto de estos. Por desconocimiento, los llamábamos Suede, como suena, y a veces yo creo que los rebautizábamos con el nombre de Suez, como el famoso canal. Tiempo después tuvo que llegar Carla para decirme que se pronunciaban algo así como sueid. Qué paciencia la suya. Ahora, cuatro años después, tendré la oportunidad de ver de nuevo a Brett Anderson y los suyos en Madrid. Esta vez voy henchido como un pavo: los tengo vistos, que eso siempre da un caché cuando son bandas de culto, y sé pronunciar su nombre.