Resulta que, tras varias semanas de dimes y diretes, la banda terrorista anunció a través de un comunicado publicado el pasado 7 de abril que ya estaban desarmados. La noticia era muy buena y, además, el texto tenía varios puntos destacables. A nadie se le pasó por alto el agradecimiento explícito de ETA a las instituciones vascas, merecido reconocimiento al esfuerzo que desde Euskadi se ha hecho públicamente para que el proceso de paz llegue a buen puerto. Es una apreciación que cualquier demócrata de bien podría compartir sin tener en cuenta sentimientos ideológicos.
Me sobresalté al leer unas líneas especialmente sangrantes en las que ETA apuntaba lo siguiente: “El proceso no está acabado, pues el día del desarme será mañana, y por eso debemos aún advertir de que el mismo puede sufrir ataques de los enemigos de la paz”. Es obsceno que un grupo armado que ha asesinado a más de ochocientas personas y que se encuentra en las últimas se atreva a achacar a otros agentes del conflicto que son “enemigos de la paz”. Coincidiremos también los demócratas de bien en que ETA no está para dar lecciones de ningún tipo.
Al hilo del desarme, si uno atiende a las declaraciones vertidas por miembros del Gobierno como Juan Ignacio Zoido, ministro del Interior, pudiera llegar a la conclusión de que no termina de ser una buena noticia que ETA entregue sus pistolas, bombas y detonadores a las fuerzas de seguridad. La misma sensación tuve hace cinco años, cuando anunciaron que dejaban de matar. Flotaba en el ambiente ese sentimiento de que a los miembros del PP se les caía parte del argumentario sin violencia.
Del mismo modo, uno escucha al propio Zoido, que ha tratado de dejar al ejecutivo español al margen en todo este proceso y ha insistido en la vía policial, y puede tener la sensación de que al Gobierno le ha cogido a contrapié esta decisión de la banda terrorista. Nada más lejos de la realidad; según Fréderique Espagnac, senadora socialista de los Pirineos Atlánticos, en declaraciones a Radio Euskadi, Francois Hollande informó a Mariano Rajoy sobre los avances que se estaban produciendo para el desarme de ETA en una cumbre celebrada el 20 de febrero en Málaga.
¿Y ahora qué? Todo apunta a que el siguiente paso lógico es la disolución de ETA. Por un lado, sus legítimas ideas de independencia o autogobierno están siendo defendidas de manera pacífica en diferentes cámaras por EH Bildu. Además, la banda terrorista, por suerte, ya solo es la sombra de lo que un día fue. Y, aunque no vaya a ser inmediato y de cara a la galería sigan teniendo otra actitud, verán como el Gobierno de España suavizará la actual política penitenciaria. Cada día parece que está más cercano el carpetazo final a este asunto.