«Es una mierda este Madrid, que ni las ratas pueden vivir», cantaban Leño en otro contexto y en otro tiempo, pero cuando sonó recientemente Este Madrid en un reportaje de La Sexta que estaba viendo, me acordé de la desgraciada del piso de Tetuán. Los problemas del alquiler no son nuevos y tampoco son genuinos de España. En El Sha, Ryszard Kapuściński relata cuál es el panorama en el Teherán previo a la Revolución Islámica de finales de los setenta. Los iraníes se lamentan de la situación que están viviendo con Mohammad Reza Pahleví en el poder absoluto y aparece el asunto del alquiler entre las quejas: «que el mercado ofrecía cada vez menos productos aunque, eso sí, a precios cada vez más altos; que los alquileres se llevaban las tres cuartas partes del salario; que la élite, incapaz pero codiciosa, expoliaba el país». Aquí, por fortuna, no vivimos esas miserias, pero el informe que ha redactado el relator de la ONU sobre extrema pobreza y derechos humanos tras su paso por España deja en muy mal lugar a la Comunidad de Madrid. Tampoco me pilla por sorpresa.
Sé que antes de que finalice la búsqueda inmobiliaria volveremos a encontrarnos con algún malnacido que, con total normalidad, hará algún comentario como el de la señora de Tetuán. Sé también que dicha búsqueda será larga (está la cosa muy mala) y prefiero no pensar en plazos. Este Madrid es el que nos ha tocado y parece que las ratas siguen teniendo problemas para poder vivir.