El lugar de la cita era el bar Tanger de Donostia, un clásico de la ciudad. Esperé brevemente a que terminara un compañero de otro medio de comunicación y me senté con Gorka Urbizu y Aitor Goikoetxea (Mikel López, más conocido como Rubio, no estaba) en la mesa del fondo. La persona de su oficina que los acompañaba me invitó a una Coca-Cola y me regaló el disco (yo ya me lo había comprado y lo llevaba más que trillado, así que aquella copia se la regalé a mi cuñado Bini). Amablemente, estamparon sus firmas en varios redondos que algunos amigos me habían dejado con ese fin. Fueron extremadamente atentos conmigo (no olvidemos que era un crío que representaba a un medio online pequeñísimo) y respondieron a preguntas de corte musical y político sin reparos.
Siete años después, en el Bilbao BBK Live 2012, vi a Gorka disfrutando en soledad de un concierto frente al segundo escenario en lo que a tamaño se refiere. Me lancé a la aventura y me acerqué. Daba por hecho que ni me reconocería. Había pasado tanto que entre aquella tarde de verano en Kobetamendi y la cita en el bar Tanger de Donostia que me había dado tiempo hasta de sacarme la carrera. Me presenté y en cuanto le dije quién era y de cuándo nos conocíamos él casi acertó a decirme de carrerilla hasta el medio para el que escribía en aquella época. Hablamos unos minutos sobre los conciertos del festival y poco más. Fue muy agradable conmigo, y esta vez no estaba promocionando nada.
Berri Txarrak es un grupo que he seguido desde la adolescencia. A base de canciones y kilómetros se han ganado un reconocimiento internacional bien merecido. Cantando en euskera han llegado a Australia, Nueva Zelanda, China, Corea del Sur, Tailandia, Taiwán, Japón, Estados Unidos, Canadá, Argentina, Brasil, Chile, Perú, Nicaragua, Colombia y México, entre otros; han girado de manera habitual por toda Europa; y han pisado las principales salas, fiestas y festivales de Euskal Herria y España. En cuanto al sonido, comenzaron dando mayor protagonismo al metal o al rock (que nunca han desaparecido de sus composiciones), pero con los años han jugado a parecerse a grupos del estilo de Black Sabbath en el disco Payola y también han coqueteado con el pop en canciones como Lemak, aingurak.
A finales del pasado año, anunciaron que en 2019 se bajan de los escenarios. Antes harán una extensa gira para la que ya han confirmado algunas salas y festivales, y han agotado las entradas para dos días seguidos en noviembre en el Navarra Arena (Pamplona). El anuncio fue impactante, pero no sorprendente. Es noticia que un grupo como Berri Txarrak decida parar, pero es normal que, tras un cuarto de siglo, quieran hacer algo diferente con otra gente o, simplemente, descansar.
Otros aprovecharán esta circunstancia para loar con merecimiento su legado musical. A mí me gustaría que estas líneas sirvieran para destacar que, además, son cercanos y amables. Hay que reivindicar a los buenos tipos. No es cosa menor. Ikusi arte!