El lado positivo de estos vergonzantes números es que las mujeres están denunciando y que la sociedad se está movilizando en contra de estas actitudes. También hay que destacar que Pamplona, teniendo unas fiestas tan populares, necesitaba que desde las instituciones se tomaran cartas en el asunto como se ha hecho este año. El lado negativo es que antes esto también pasaba (y pasa) en las fiestas de las diferentes localidades de la península y que se tomaba como algo normal. Que una mujer entrara a un bar y tuviera que ver como un desconocido le tocaba el culo con total impunidad era lo habitual.
Podemos (y debemos) echarnos las manos a la cabeza con cada nueva noticia que conocemos de violaciones o abusos en fiestas, pero no podemos obviar que detrás de todo esto existe un caldo de cultivo consentido. Tocar el trasero o los pechos sin su permiso a una chica en ambiente festivo o meterla en un portal para abusar de ella es solo la última consecuencia de otras actitudes que vemos a diario.
Estoy cansado de ir en metro y ver a pasajeras que viajan incómodas porque algún baboso no deja de mirarlas con descaro. A otras les dicen guarradas los que regentan bares, los parroquianos que están tomando algo o simplemente hombres con incontinencia que circulan por la calle. En definitiva, vivimos en un país en el que se ha querido vender como algo cultural el piropo a la muchacha desconocida y lo único que se está consiguiendo es intimidarlas y condicionar su forma de vestir, de actuar o incluso que cambien las calles por las que piensan transitar. A modo de autocrítica, me gustaría apostillar que tal vez todos deberíamos superar ese bloqueo que en ocasiones sentimos ante estas escenas y tendríamos que actuar según vemos que se dan.
Según escribía este artículo, en alcalde de Pamplona ha confirmado que se ha producido la detención del presunto autor de un nuevo abuso sexual denunciado esta pasada madrugada durante los Sanfermines. Seguro que un día se comió con la mirada a una chica en el bus o le gritó algo a alguna por la calle. Hoy dormirá en el calabozo, pero no tengo esperanzas de que esto cambie a corto o medio plazo. Estamos rodeados de cerdos.