Ya en la ESO, pasábamos a jugar en clubes y todo se profesionalizaba un poco más. Aún éramos unos niños de 12-13 años, pero es lo que había. Con mi sobrino Oier, que ya ha alcanzado su segundo lustro de vida, me he puesto un poco al día. Los sábados siguen jugando con el equipo del cole, pero los domingos muchos disputan partidos con clubes de la ciudad, que cada vez inician antes su labor de captación. Coincidiendo con la Navidad, hubo parón en la liga y aprovecharon todos los clubes para celebrar torneos amistosos. Cuadraba uno con las fechas que yo pasaba en la ciudad, pero no convocaron a Oier. Cuando me lo contó mi hermana, no daba crédito. No me entra en la cabeza que existan convocatorias en una edad en la que se tiene que fomentar la igualdad y que todos jueguen (los buenos y los menos buenos). Casualidad o no, los más habilidosos del equipo sí que habían entrado en la convocatoria. El mensaje es claro: lo importante es ganar, no participar.
Resulta que aproveché las fiestas navideñas para ver la serie Sunderland 'Til I Die (que se tradujo al español como Del Sunderland hasta la muerte). Cuenta las desventuras de este club del norte de Inglaterra, un clásico de la máxima división que acaba de descender (terminó en último lugar la temporada 2016-2017). En medio de una gran crisis económica, preparan el nuevo curso con la intención de lograr ascender a la Premier League, pero terminan descendiendo de nuevo. El equivalente en España sería pasar de primera a segunda B en dos temporadas. El apartado deportivo tiene peso en el relato de esta serie de Netflix, pero no más que el personal. Intervienen los empleados del club, que ven que pueden perder su puesto de trabajo si el equipo vuelve a descender. Se habla una y otra vez de los despidos que conllevará perder la categoría y eso le quita romanticismo a lo puramente futbolístico (todo un acierto).
Los niños como Oier están en edad de jugar con los amigos en el equipo del cole y, con el deporte como medio, de convertirse en buenas personas. Empezar ya a dejar fuera de la lista a los que menos rinden dentro del campo es un mensaje que no sé cómo nos permitimos que se lance. Ya tendrán tiempo cuando crezcan para comprender que lo normal en el deporte es perder. Aunque se ganen los partidos, las copas solo se las lleva un equipo. Aunque las intenciones sean buenas, se puede descender dos veces en dos temporadas seguidas. A menudo, el deporte y la vida en general se parecen más a la historia reciente del Sunderland que a la de los grandes triunfadores.