Gracias a los estrategas del PP, tuvimos elecciones generales el 20 de diciembre. La Nochebuena, la Navidad y el fin de año han estado patrocinados por las negociaciones de cara a formar un nuevo Gobierno. Ni los Reyes Magos se han librado de salir en las tertulias políticas. Precisamente es un rey, Felipe VI, el que propondrá un candidato para presidir el Gobierno tras reunirse con todas las formaciones políticas que han obtenido representación parlamentaria en los últimos comicios. De momento, van a ser necesarias dos rondas de conversaciones tras la negativa de Mariano Rajoy a someterse a la tradicional sesión de investidura tras la primera. No sé hasta qué punto es serio que exista un país en el que un señor al que nadie ha votado tenga que reunirse con las formaciones políticas para sondear cómo está el ambiente. Tomamos con normalidad que Felipe de Borbón tenga esa responsabilidad y no lo es. No olvidemos que está ahí porque a su padre lo colocó un dictador por la gracia de su dedazo divino.
Es obvio que el PP no va a lograr la Presidencia del Gobierno, pues solo cuenta con los apoyos de UPN y Foro Asturias. Todos los demás votarán en contra de Rajoy. Al gallego no le vale ni con el apoyo de Ciudadanos. Eso sí, si esta democracia fuera un poco más normal, cada partido presentaría a su candidato a presidente en una sesión organizada con este fin en el Congreso sin que el rey tuviera que intervenir y es posible que tuviéramos fumata blanca este mismo mes.
Se pongan como se pongan, las matemáticas son tozudas. Solo existe una persona con opciones de ser presidente del Gobierno: Pedro Sánchez. El líder de los socialistas necesita el apoyo de Podemos e Unidad Popular-Izquierda Unida y a estos debería sumar el del PNV. No sería necesario el sí de los nacionalistas catalanes y con su abstención le valdría. El PSOE accedería a la Presidencia del Gobierno una legislatura después de perderla de manera estrepitosa, con su peor resultado histórico, en una segunda votación y por mayoría simple. Así es la vida. Por otro lado, es increíble cómo el PP ha quemado en los últimos cuatro años todas sus amistades políticas, aislando al partido e imposibilitando cualquier acuerdo.
Pablo Iglesias, con mucha precipitación y dudosas formas, ha lanzado ya su propuesta al PSOE. IU parece que se une a un Gobierno del cambio para que el PP no tenga el poder cuatro años más. El PNV, por su parte, ya gobierna en Euskadi gracias a un pacto con el PSE. Los socialistas vascos han ayudado a que se aprueben, por ejemplo, los presupuestos, obligando a los nacionalistas vascos a introducir enmiendas de tipo social en las cuentas públicas. En resumen, con estos apoyos, los votos en contra de PP, Ciudadanos, UPN y Foro Asturias y la abstención de los demás, Pedro Sánchez sería el próximo presidente del Gobierno. Con este panorama, lo que resulta ridículo es el acercamiento que ha hecho el secretario general del PSOE a Ciudadanos antes que a Podemos; más aún si se tiene en cuenta el postureo que se ha marcado Sánchez con su viaje a Portugal para elogiar el pacto de izquierdas luso. En fin, ya de nada se sorprende uno en política.
Por cierto, hablemos de Felipe VI. El comienzo del año del monarca ha sido movido. Ver a una de sus hermanas y a su cuñado (aunque le pese) en el banquillo por el caso Nóos no ha tenido que ser plato de buen gusto. En los bares que citaba antes mucho se ha hablado de esto, pero lo que no sé es si todos tenemos claro por qué están la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin en este jaleo. En el caso Nóos se está investigando el aprovechamiento de Iñaki Urdangarin y de su socio, Diego Torres, del prestigio de la Casa Real para conseguir suculentos contratos a través del Instituto Nóos, que en teoría no tenía ánimo de lucro. En tres años consiguió seis millones de euros en contratos públicos. Como el Instituto Nóos no estaba pensado para enriquecerse, facturaba junto a su socio servicios ficticios a terceras asociaciones como Aizoon, propiedad de la infanta Cristina y su marido. Por si todo esto fuera poco sucio, parte del dinero acabó en paraísos fiscales. Con Jaume Matas como presidente de las Islas Baleares, su ejecutivo celebró dos congresos (2005 y 2006) sobre deporte y turismo organizados por el Instituto Nóos. Costaron 2, 3 millones de euros, pero la investigación estima que 1,5 fueron a manos de Diego Torres e Iñaki Urdangarin a cambio de no hacer nada. La Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento de Valencia adjudicaron a Nóos cuatro contratos que también están bajo sospecha. Estos dos ejemplos son solo la punta del iceberg.
En definitiva, bienvenidos a 2016. No sé si va a ser un feliz año para todos los implicados en esa actualidad sobre la que se diserta y se disertará en las barras de los bares, pero es lo que hay. Habérselo pensao.