¿Que por qué me sobresalto? Veo las reacciones del resto de partidos, que han hecho lo mismo, y un servidor, que tiene memoria, siente que lo tratan como a un idiota. A bote pronto, recuerdo la salida de Pedro J. Ramírez de El Mundo, los repentinos cambios de contertulios molestos aquí y allá o cómo la maquinaria del PP cargó sobre las espaldas de los medios de comunicación la muerte de Rita Barberá (que, según la autopsia, falleció por otros motivos muy distintos).
Pero no lancemos balones fuera. Me sobresalto también por lo que dicen mis compañeros de profesión, conocedores de esas llamadas de políticos de todo signo para sugerir con muy poca sutileza las consecuencias que tendría publicar esto o lo otro para el futuro laboral del gacetillero de turno.
El pasado 20 de febrero se cumplieron catorce años del cierre de Egunkaria. Aquel invierno de 2003, Juan del Olmo, juez de la Audiencia Nacional, ordenó la clausura temporal y el embargo preventivo de todos los bienes del único periódico escrito íntegramente en euskera (su heredero natural fue Berria) por formar presuntamente parte del entorno empresarial de ETA. Cinco de los detenidos, entre los que estaba su director, Martxelo Otamendi (Tolosa, 1957), denunciaron torturas por parte de agentes de la Guardia Civil durante el tiempo que estuvieron incomunicados. En el caso de este periodista guipuzcoano, y tal y como recordaba Fermín Muguruza recientemente en una entrevista que le hizo Eduardo Madina en número de febrero de la revista Jot Down Smart, se cebaron con él por su condición de homosexual. Relató que le hicieron “la bolsa” dos veces y que a Joan Mari Torrealdai, una eminencia de la cultura vasca que por aquel entonces tenía 60 años, le dieron unas palizas tremendas.
Meses después de la clausura de Egunkaria, el antes citado Fermin Mugurza subió al escenario de la gala de los Premios de la Música en Madrid para recoger el galardón logrado por componer la mejor canción en euskera de aquel año. Aprovechó para dedicárselo a los trabajadores de dicho periódico. Recibió pitos e insultos por parte del público.
En octubre de 2013, el juez Javier Gómez Bermúdez, al frente de un tribunal de la Audiencia Nacional, los declaró inocentes. En la sentencia podía leerse lo siguiente: "La estrecha y errónea visión según la cual todo lo que tenga que ver con el euskera y la cultura en esa lengua tiene que estar fomentado y/o controlado por ETA conduce a una errónea valoración de datos y hechos y a la inconsistencia de la imputación”. El texto tildaba el cierre de Egunkaria de injerencia en la libertad de prensa.
Guardo en la memoria la multitudinaria concentración en San Sebastián de personas de diversas ideologías protestando contra esta tropelía. En Euskadi causó gran conmoción, pero en el resto del país, salvo honrosas excepciones, no se vio a tanto ofendido como con en el último comunicado de la APM. Si me lo permiten, diré que me parece bastante más serio el cierre de un medio de comunicación que unas presiones puntuales, sin quitarles ni un ápice de gravedad.
Qué poca memoria tenemos y qué fácil nos subimos a ciertos carros, ¿verdad?