Lo que hicieron el secretario general de Podemos y el presidente de Ciudadanos ayer en La Sexta marca un antes y un después. Dos líderes que no representan a PP y PSOE debatieron antes de darse el pistoletazo oficial de inicio a la campaña electoral y arrasaron en audiencia. Cierto es que Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, ha hecho declaraciones en las últimas semanas indicando que está dispuesto a debatir sin normas y con los partidos que hagan falta. Desde Génova, no; son conservadores hasta para charlar de propuestas electorales y han cerrado filas dejando claro que prefieren el tradicional teatrillo bipartidista que excluye al resto de fuerzas políticas.
No sé qué hacían anoche Pedro Sánchez y, el todavía presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Quiero pensar que estaban entre ese 25,2% de televidentes que veía Salvados. Seguro que Rafael Hernando, portavoz de los populares en el Congreso de los Diputados, es capaz de decir que estuvo viendo un documental buenísimo en La 2, igual que Pep Guardiola cuando dirigía al Barcelona y le pidieron una valoración sobre el partido que el Real Madrid había disputado la noche anterior. Ayer, utilizando una metáfora futbolística, Sánchez y Rajoy se quedaron en claro fuera de juego. Los mencionaron de refilón para realizar las críticas de rigor y lo demás fueron propuestas y discusión política sobre el estado del país. Visto el éxito del formato que ayer propuso el equipo de Jordi Évole, en Ferraz se habrán reafirmado en la idea de que estos debates son una forma de sacar tajada del saco de votantes indecisos; en Génova, en cambio, lo mismo están discutiendo sobre cómo será la segunda parte del vídeo del hospital y la enferma España que han reanimado.
Me gustaría dejar constancia de que La Sexta es un canal de televisión privado que ayer hizo función pública. A esta RTVE ni está ni se le espera.