Yo voy casi con lo primero que he pillado en el armario y me he puesto gorra para no peinarme. Ellas van con ropa ancha y cómoda y, por lo general, floreada. De reojo veo que una, de las de mayor edad, saca un papel del bolso. Es la lista de la compra. Tiene letra redondeada y parece que está escrita con dedicación digna de la caligrafía que exigían los cuadernillos Rubio. Me da cierta ternura. No ha escatimado en palabras: «Un rollo de papel de cocina», «un cartón de leche semidesnatada», «media docena de huevos» y así hasta completar una decena de líneas en ese papel arrugado. Pido, pago y me voy.
Y así transcurren las vacaciones. Fijándome en las cosas de lo cotidiano y viendo los telediarios cuando es menester sin estar actualizando como un obseso los medios digitales. Estas vacaciones son las de la desconexión y la tranquilidad, porque las del año pasado fueron las de tener un ojo y medio puesto en las cifras de contagios y muertos; las de los rumores de cierres perimetrales que obligaban a salir pitando a casa; y las de la distancia de seguridad kilométrica. Ahora uno se puede permitir pequeños lujos como estar en el exterior sin mascarilla y la vacunación con doble dosis es lo normal en el entorno. Sí, el peligro sigue existiendo, pero es innegable que el ambiente no es el de 2020.
El verano que viene aspiramos en casa a volver a viajar con mayúsculas sin tener que estar pendiente de si este país u otro está cerrado o de si hay que tener dos o trescientas dosis de la de Pfizer. Porque, pese a quien pese, ahora te puedes ir lejos pero aún está lejos de parecerse a lo que antes del covid entendíamos por un viaje. Aspiramos a cambiar el coche por el avión, la gasolinera por el aeropuerto y la casa rural por el hotelillo en el que no hablan español ni nada que se le parezca. En este tiempo en el que ser positivo significa PCR, cuarentena y preocupación, es el momento de recuperar el significado positivo de ser positivo. Igual es que todo lo veo con buenos ojos por el descanso estival, pero miro al futuro con cierta esperanza.