Muchas veces, gente ajena al periodismo me pregunta a ver qué tal está el sector o directamente critican a los medios por manipuladores. Añaden que, además, "todos son iguales". Pues no, todos no son iguales. Existen medios importantes, con influencia y que actúan de una manera honrada. ¿Ejemplos? Eldiario.es o Infolibre, por nombrar un par de izquierdas.
En la radio, casi todos los periodistas que nos consideramos progresistas hemos tenido siempre como referencia la Cadena Ser. En papel nos ocurría algo similar con El País, hasta que entró en una deriva económica que afectó a la línea editorial y a su ética informativa. En los últimos tiempos, esta emisora se ha deshecho de tertulianos incómodos que tenían opiniones que no gustaban en la cúpula de Prisa, empresa dueña de la Ser. Primero fue Ignacio Escolar (que curiosamente es el director de Eldiario.es, uno de esos medios que antes citaba) y ahora han sido Fernando Berlín (creador de Radiocable y colaborador, entre otros lugares, en Infolibre) y Manuel Rico (periodista y miembro de la dirección de Infolibre).
Fernando Berlín hizo en su programa de radio, llamado "La cafetera", un monólogo reflexionando al respecto y analizando las razones de su salida. Lo recomiendo. Pero, en este caso, me gustaría centrarme en el caso de Manuel Rico y en un artículo que publicó con este motivo. Lo titulaba "La Ser y la libertad de expresión" y contaba su experiencia. Citaba su experiencia pasada también al frente de Público, diario que dejó de imprimirse en papel en el año 2012. Da la casualidad de que yo era de uno de los lectores de este periódico que ahora ya no se siente representado en el quiosco nacional.
Manuel Rico escribe lo siguiente: "He vivido esa experiencia en Público, el último intento de hacer un periódico de izquierdas en papel. Seguro que el editor cometió muchos errores (y muy especialmente en los ocho meses que precedieron a su cierre) y desde luego que los periodistas que desempeñamos cargos de responsabilidad pudimos hacerlo mejor (yo llegué a subdirector, así que me corresponde buena parte de la culpa). Pero también hay otro factor a tener en cuenta: si vendiese el doble en el quiosco, si lo comprasen todos aquellos que decían comprarlo o si lo hubiesen apoyado de verdad quienes lo ensalzaban como un medio clave ante la entonces ya incipiente deriva de El País, en cualquiera de esos supuestos Público sería hoy un periódico boyante".
Reconozco que sentí cierto alivio cuando lo leí. Es agradable no ser el único que lo piensa. Nunca me he explicado cómo tuvo que cerrar Público con toda la gente que decía comprarlo y/o leerlo (nótese la ironía). Recuerdo cómo en la última época pedían desde sus páginas que se compraran los libros de las colecciones que tenían en stock para que entrara dinero, poder ser rentables y no tener que despedir a gran parte de la plantilla. En casa de mis padres tengo unos veinte o treinta de estos ejemplares.
Creo que todos tenemos derecho a quejarnos del estado del periodismo, de los medios de comunicación o de cómo actúan ciertos profesionales, pero, hablándoles como consumidor, creo también que tenemos la responsabilidad de apoyar a los que mejor opinemos que lo hacen para que estos sean rentables y, sobre todo, independientes. Si no lo hacemos, entramos en un círculo vicioso sin fin. Sin financiación de los lectores por encima de la aportación económica que puedan suponer la publicidad o los créditos bancarios no hay independencia. Sin independencia no hay periodismo libre. Ustedes verán. Es cosa de todos.