Como decía antes, Teresa Romero está sana y lo primero que hizo al salir del hospital ayer fue coger el coche con su pareja, Javier Limón, e ir a Becerreá (Lugo), su pueblo natal y donde reside su madre. Supongo que es lo que haríamos casi todos. Pese a no ser un personaje público, la enfermera del hospital Carlos III dio una rueda de prensa antes de marchar a tierras gallegas, puesto que tanto ella como sus personas más cercanas y los que la asesoran entendían que algo había que decirle a esa ciudadanía y prensa que había seguido su caso al minuto.
Al regresar ayer de trabajar y con las estrellas bailando ya en el cielo contaminado de Madrid (como dice la canción), pensé que entre todos habíamos puesto un punto y seguido a esta historia, al menos hasta que vuelvan a la capital y decidan emprender acciones legales contra las cabezas visibles de la sanidad española y madrileña. Pero no, hoy por la mañana estaba la prensa acosando a Teresa Romero a las puertas de casa de su madre. ¿Qué nuevas va a darnos? Sí, lo pasó mal, está muy agradecida y quiere y necesita descansar. No, hasta que no vuelva a su ciudad de adopción no trabajará la parte judicial del caso. ¿Qué más quieren saber? Por Dios, por Santiago Apostol o por la Macarena (marca registrada, de frente y de perfil), dejen en paz a Teresa Romero.