En agosto, la actualidad pega un bajón y se abre una ventana de oportunidad para informaciones de todo tipo y, también, para jóvenes que están dando sus primeros pasos en el mundo del periodismo. Esa ventana también se abre para bulos, medias verdades, excentricidades y situaciones surrealistas. En los últimos días, por ejemplo, hemos visto cómo una reportera de la tele pública preguntaba incisivamente a un trabajador de hostelería por lo mal que iba a estar con las nuevas temperaturas máximas del aire acondicionado que el Gobierno ha marcado como tope. Este le decía que no iba a estar peor que antes y que, si era por el medio ambiente, le parecía bien. También hemos visto a otra reportera de otro canal de televisión preguntando a un pescadero por la crisis del hielo. A los pocos segundos de empezar la entrevista, con preguntas en tono apocalíptico, el pescadero le dijo que es que en su gremio no utilizan cubitos de hielo y que a ellos no les falta suministro de hielo. Todo hay que decirlo: ambas reporteras tuvieron la suficiente cintura para salir del embrollo.
Más ácida ha sido la polémica veraniega por el teórico desplante de Felipe VI a la espada de Bolívar durante el acto de jura del cargo del nuevo presidente de Colombia. Después de un par de jornadas donde a derecha e izquierda han corrido ríos de tinta, y personajes destacados de ambas corrientes han hecho sesudos editoriales, parece que no se preveía la presencia de la espada en el acto, que pilló por sorpresa a todos y que el rey sí se levantó finalmente al paso de esta. Con este tema, hemos pasado de escándalo de estado a parodia nacional en un tiempo récord.
El que estará contento de que su última polémica haya saltado a los medios en agosto será Martínez Almeida. El alcalde de Madrid fue víctima de una broma de dos humoristas rusos cercanos al Gobierno de su país y el vídeo se ha filtrado ahora, con tres cuartas partes del país de vacaciones. Dejando de lado los fragmentos más humorísticos del vídeo, tiene palabras gruesas sobre los rusos residentes en España y afirma que, si puede (por suerte, no puede), ayudaría a enviar a ucranianos refugiados en España que estén en edad militar a luchar por su país. Reconozco que me genera inquietud escuchar qué dicen algunos políticos en reuniones cuando piensan que no les vamos a ver ni oír. Dejando de lado que a todos nos la pueden colar, las afirmaciones que hace son para dar explicaciones o, cuando menos, pedir perdón.
Actualidad veraniega: a veces divertida y otras veces... en fin.