En un mundo tan competitivo como el fútbol parece que si no has ganado nada nunca tendrás el respeto de la gente. Es muy fácil ser de un equipo campeón como el Real Madrid o el Fútbol Club Barcelona, pero los más valientes somos de otros colores que nos llevan por la calle de la amargura cuando pierden 21 de 38 partidos en Primera División, cuando desciendes o cuando te tiras tres años en Segunda.
Para servidor no es un drama absoluto perder en octavos de la Champions seis años seguidos o llevar cinco consecutivos sin ganar la Liga, para algunos los dramas futbolísticos –y ojo que solo es fútbol- van más allá porque es muy grande ser de un equipo pequeño.
Steven Gerrard es hoy el foco de todas las noticias futboleras en las islas británicas. Y lo es porque va a dejar su Liverpool por la Major League Soccer de los Estados Unidos el próximo verano. Es, sin duda, un bombazo informativo y un golpe complicado de digerir para cualquier aficionado del Liverpool. Porque Gerrard es mucho más que ese 8 que lleva el brazalete de capitán.
Es imposible extrapolar el caso de Steven Gerrard al de mi equipo, la Real Sociedad y más aún al del mito realista de mi generación, Xabi Prieto. Pero ambos tienen en común que llevan los colores por bandera y eso, por sí solo, se merece un respeto tirando a devoción que ni el tiempo ni los venideros les quitarán.
Gerrard fue tentado de todas las maneras por Real Madrid o Chelsea para cambiar de colores durante la pasada década y dijo no. Se cansó de decirlo de hecho. Siendo el mejor jugador inglés del momento –lo fue durante años- no estuvo nunca en uno de los tres principales candidatos al título pues, a pesar de la gran época de Benítez, siempre se hablaba antes de Manchester United, Arsenal o Chelsea y también ahora del Manchester City para aspirar a la corona futbolística británica.
Pero Stevie se quedó. Y me ganó para siempre. Como aficionado al fútbol y a unos colores concretos no habría nada más grande que ganar algo con mi club y defendiendolos. Y es que él lo hizo todo. Gerrard ganó la Champions levantando un 0-3, marcando en la final y con el brazalete de capitán, lo que significa que eres el primero de los tuyos en levantar tan ansiado trofeo. Una absoluta pasada.
Steven Gerrard será para siempre un sir para todo aficionado al fútbol y yo no soy una excepción. Me ganó hace tiempo y tengo muchas cosas claras de él como que no se merecía las decepciones de las competiciones internacionales con Inglaterra cada dos años y, mucho menos, que la Premier League que iba a coronar su carrera se le escapara a su club por un resbalón suyo en el tramo final de temporada. Gerrard es una leyenda y aunque luzca otros colores a partir de junio nunca caminará solo.
Para servidor no es un drama absoluto perder en octavos de la Champions seis años seguidos o llevar cinco consecutivos sin ganar la Liga, para algunos los dramas futbolísticos –y ojo que solo es fútbol- van más allá porque es muy grande ser de un equipo pequeño.
Steven Gerrard es hoy el foco de todas las noticias futboleras en las islas británicas. Y lo es porque va a dejar su Liverpool por la Major League Soccer de los Estados Unidos el próximo verano. Es, sin duda, un bombazo informativo y un golpe complicado de digerir para cualquier aficionado del Liverpool. Porque Gerrard es mucho más que ese 8 que lleva el brazalete de capitán.
Es imposible extrapolar el caso de Steven Gerrard al de mi equipo, la Real Sociedad y más aún al del mito realista de mi generación, Xabi Prieto. Pero ambos tienen en común que llevan los colores por bandera y eso, por sí solo, se merece un respeto tirando a devoción que ni el tiempo ni los venideros les quitarán.
Gerrard fue tentado de todas las maneras por Real Madrid o Chelsea para cambiar de colores durante la pasada década y dijo no. Se cansó de decirlo de hecho. Siendo el mejor jugador inglés del momento –lo fue durante años- no estuvo nunca en uno de los tres principales candidatos al título pues, a pesar de la gran época de Benítez, siempre se hablaba antes de Manchester United, Arsenal o Chelsea y también ahora del Manchester City para aspirar a la corona futbolística británica.
Pero Stevie se quedó. Y me ganó para siempre. Como aficionado al fútbol y a unos colores concretos no habría nada más grande que ganar algo con mi club y defendiendolos. Y es que él lo hizo todo. Gerrard ganó la Champions levantando un 0-3, marcando en la final y con el brazalete de capitán, lo que significa que eres el primero de los tuyos en levantar tan ansiado trofeo. Una absoluta pasada.
Steven Gerrard será para siempre un sir para todo aficionado al fútbol y yo no soy una excepción. Me ganó hace tiempo y tengo muchas cosas claras de él como que no se merecía las decepciones de las competiciones internacionales con Inglaterra cada dos años y, mucho menos, que la Premier League que iba a coronar su carrera se le escapara a su club por un resbalón suyo en el tramo final de temporada. Gerrard es una leyenda y aunque luzca otros colores a partir de junio nunca caminará solo.