Tras los papeles de Panamá
Texto por Iván Castillo Otero. Fotografías de Ángel del Palacio Tamarit. Publicado en el número 9 (noviembre 2016).
“Un paraíso fiscal no implica únicamente un lugar, una idea, una manera de resolver asuntos o incluso un arma de la industria financiera. También implica un proceso: una carrera de descenso hacia un lugar en el que las normas, las leyes y los símbolos de la democracia se desmontan pieza a pieza”.
Nicholas Shaxson, periodista y escritor británico. Cita recogida en Los papeles de Panamá, libro en el que Frederik Obermaier y Bastian Obermayer relatan los detalles de su investigación
Nicholas Shaxson, periodista y escritor británico. Cita recogida en Los papeles de Panamá, libro en el que Frederik Obermaier y Bastian Obermayer relatan los detalles de su investigación
Así comenzó todo
“Hola. Soy John Doe. ¿Te interesaría recibir unos datos? Me gustaría compartirlos”. Ese es el mensaje anónimo que recibió Bastian Obermayer, periodista del diario alemán Süddeutsche Zeitung, y que significó el comienzo de la mayor filtración de documentos de la historia. Los llamados “papeles de Panamá” son el fruto del trabajo del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés), que logró revelar el ocultamiento de empresas offshore en paraísos fiscales detrás de las cuales se encontraban jefes de estado, ministros, deportistas, artistas y un largo etcétera de personajes de la vida pública.
No está elegido al azar el nombre de John Doe. En inglés, se utiliza cuando no se puede revelar cómo se llama una persona en un procedimiento judicial o para fallecidos sin identidad. Es un alias falso de una persona que quiere quedar en el anonimato. En aquellos primeros mensajes, Bastian Obermayer le preguntó la razón por la cual le facilitaba el material. John Doe le respondió que era un ciudadano preocupado que quería que se informase sobre esos delitos. Además, animaba al periodista germano a que colaborase con medios de otros países como el New York Times para que el impacto fuera global.
Bastian Obermayer relata todos los entresijos de la investigación en Los papeles de Panamá, libro que ha escrito con Frederik Obermaier, su compañero de investigaciones en el Süddeutsche Zeitung. Llevan años trabajando juntos en diferentes historias y escándalos y, pese a no ser familia, a esta dupla de reporteros los han rebautizado como los hermanos Obermay/ier.
Los papeles de Panamá no ha sido una investigación más, y reflejo de ello es el número de documentos que componían la filtración. Apunten: 1 Terabyte son 1.024 gigabytes y 1 gigabyte son 1.024 megabytes. Bien, ahora analicen: el Cablegate de Wikileaks eran 1,7 gigabytes y esta filtración son 2,6 terabytes. Está todo dicho.
Los papeles de Panamá en España
En España, los medios de comunicación que han trabajado el material bajo la supervisión del ICIJ son La Sexta y El Confidencial. En el pequeño círculo de confianza se encontraban Joaquín Castellón por el canal de televisión y Daniele Grasso por el diario digital. “Se pusieron en contacto con Nacho Cardero, director de El Confidencial, a principios del verano del 2015 y él decidió, como ocurrió con la lista Falciani, que se encargara la unidad de datos, a la que yo pertenezco. Mossack Fonseca nos sonaba por el caso del ático de Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, pero no pensábamos que pudiera llegar a convertirse en lo que han significado los papeles de Panamá”, relata Grasso. “Hemos estado trabajando dos personas de El Confidencial más tres de La Sexta como núcleo duro. Un mes antes de la publicación, La Sexta añadió a otra persona y nosotros pusimos a trabajar en el caso a una decena de redactores, distribuyendo entre ellos las diferentes historias que habíamos descubierto”, añade.
En La Sexta también colaboraron con el ICIJ cuando se publicó la lista Falciani. Da qué pensar que en España no haya sido posible que otros medios, como los públicos, participaran. “Es sorprendente y para La Sexta es un orgullo ser el referente en estos casos o en las noches electorales, donde se supera en audiencia a los demás. Parece que las televisiones privadas tienen que hacer el trabajo que no hace la pública. Cualquier ente público debería estar deseando que le llegara un material como el de los papeles de Panamá”, asegura Castellón.
“Los del núcleo duro de El Confidencial y La Sexta hemos trabajado casi en exclusividad en este proyecto, porque no se puede mantener un equipo todo el año trabajando solo en una cosa. Además, hubo elecciones de por medio, pero esto ha sido la espina dorsal. Hacer estas búsquedas engancha y cada vez que teníamos un rato libre nos poníamos con ello. Cuando encuentras un nombre en los papeles de Panamá, quieres buscar tres más y descubrir su historia. Creo que no me equivoco si digo que cualquiera de nosotros entrábamos a diario en una especie de Facebook encriptado que teníamos los periodistas participantes para comprobar qué habían encontrado los demás. Imagina cuando encontraron a Messi; eso es la apertura de cualquier periódico y lo estábamos leyendo unos cuantos cuando todavía quedaban meses para la publicación”, cuenta el periodista de La Sexta. Cree que a nadie se le escapó nada y que la investigación no ha corrido peligro, aunque se pregunta cómo el entonces ministro de Industria, José Manuel Soria, lo sabía todo semanas antes de que le llamaran. “No sabemos cómo se enteró y por nuestra parte creemos que no fue”, relata.
En la redacción de La Sexta había gente que no sabía en qué estaba trabajando. “Preguntas había, a las que respondíamos que estábamos preparando material de una investigación. Los familiares de unos compañeros de Islandia les decían que estaban haciendo el vago porque hacía semanas que no publicaban nada en su medio. Cuando se acercaba la fecha y comenzamos a trabajar en la promoción tampoco se filtró nada. Es un orgullo trabajar en una redacción que es capaz de mantener un secreto. Para el especial de aquel domingo hacían falta 150 o 200 personas y nadie dijo nada” recuerda Castellón.
Ha sido un trabajo delicado y Grasso reconoce que han recibido amenazas como posibles demandas. “La enorme mayoría suele quedarse en nada. El problema no son las presiones en sí, sino cómo reaccionan los editores a estas. En nuestro caso, no nos han cambiado ni una coma de lo que habíamos escrito siempre y cuando fuese veraz y estuviera comprobado por varias personas”, explica.
Le pregunto a Joaquín Castellón por el día D. “Fue horrible. El domingo de la publicación comimos todo el equipo junto en La Sexta y yo tenía una ansiedad terrible. No podía dejar de comer dulce. La cadena iba a apostar fuerte por el tema, esa noche sacábamos nombres importantes (Messi, Almodóvar, la mujer de Arias Cañete, Pilar de Borbón…) y teníamos algo de vértigo. Llevábamos un año trabajando en ello y no sabíamos qué iba a pasar a partir de la publicación. ¿Y si todo el mundo lo negaba? ¿Y si no salía bien? ¿Y si habíamos fallado en algo? Lo cierto es que el trabajo estaba bien hecho, las exclusivas se han ido confirmado y no tenemos ninguna querella”.
Las valoraciones hechas por los periodistas implicados tras la publicación de la información son buenas. Grasso lo confirma: “Cuando en El Confidencial publicamos la lista Falciani y los papeles de Luxemburgo ya nos posicionamos como un medio que hace periodismo de investigación y que le dedica recursos. Esto es algo que no se había visto en la prensa española en los últimos años. Por otro lado, creo que es muy importante que se haya visto la sensibilidad de la opinión pública con respecto a la evasión de impuestos y el uso de paraísos fiscales. Ha calado el mensaje de que esto es legal y de que el problema es justamente ese”.
Ambos periodistas apuestan fuerte por la colaboración entre medios. “Es una forma perfecta de ahorrar recursos y costes. Además, en este caso hemos podido aprovechar las bondades de cada uno. La Sexta tiene el impacto y la audiencia y El Confidencial ofrece la opción de leer la historia completa de manera más reposada. La colaboración está siendo una tendencia muy clara en el periodismo. Por fin estamos dejando de ver al periodista lobo solitario que se encuentra con su fuente en un garaje y que se convierte en un mito y lo estamos cambiando por periodistas que comparten fuentes e información. De este modo, se consigue un impacto mucho más global”, asegura Grasso.
“A mí me ha parecido apasionante. Me lo pareció con la lista Falciani y me lo ha vuelto a parecer ahora. Juntas lo mejor de cada medio y, además, las fuentes se comparten. Todo esto facilita mucho el trabajo. En Suiza, por ejemplo, tres medios crearon una web conjunta para publicar los resultados de la investigación. Como dice Mar Cabra, miembro del ICIJ, si el crimen es global, el periodismo debe ser global. En una filtración como esta, con semejante número de documentos, era imposible que un medio lo gestionara solo. Los papeles de Panamá se convirtieron en un tema de comida familiar o de viaje en el metro y eso es muy difícil de conseguir. Llevábamos dos meses publicando historias y la gente aún nos escribía diciéndonos que había encontrado un nombre”, sentencia Castellón.
Mar Cabra, una española en el ICIJ
El ICIJ es una organización sin ánimo de lucro que se fundó en 1997 y que forma parte de una organización motriz que se llama Center for Public Integrity. La sede está en Washington. El ICIJ lo forman más de doscientos reporteros repartidos por unos 65 países y una de estas piezas es la española Mar Cabra. “Yo me gradué en 2010 en la Universidad de Columbia (Nueva York), hice unas prácticas y a mi jefe de aquel momento le llamaron del consorcio porque necesitaban a alguien en España. Actualmente soy jefa de la Unidad de Datos del ICIJ”, relata la periodista.
Mar Cabra recuerda perfectamente el momento en el que supieron por primera vez de los papeles de Panamá: “La primera reacción de mi jefe fue 'puf, otra filtración de paraísos fiscales, a ver qué hay de nuevo aquí', pero enseguida nos dimos cuenta de que era diferente y de que no solo había narcotraficantes y vendedores ilegales de armas. Empezamos a encontrar políticos, millonarios o personajes famosos. No era una filtración más y el grupo que montamos para la investigación terminó siendo de más de 370 periodistas. Esta es la cuarta investigación que hacemos de paraísos fiscales con un equipo humano similar. Existe una red de confianza montada en ocasiones anteriores y esta vez ha sido la que más fácil nos ha resultado trabajar”.
Sorprende que en España colaboren con esta organización La Sexta y El Confidencial y no esté involucrado ningún periódico en papel. Cabra lo explica: “En principio, nosotros contactamos con medios escritos y desde el ICIJ ofrecimos un par de investigaciones a El País. Ellos dijeron que no y nos fuimos a El Confidencial. Nos fue fenomenal trabajando con este medio y para qué cambiar. Por otro lado, con la lista Falciani pensamos que sería interesante trabajar con una televisión porque estas aumentan el impacto. En ese momento, decidimos contactar con La Sexta. Fue sencillo porque yo ya tenía relación con Ana Pastor al haber colaborado en su programa, El Objetivo, y a través de ella involucramos a toda la cadena”. En concreto, El País rechazó en su momento colaborar en las investigaciones offshore Leaks y LuxLeaks. Pregunto si no se arrepienten después de ver el impacto que han tenido los papeles de Panamá. “Sí, me consta que ellos quieren trabajar con el consorcio”, admite.
Trabajos como este invitan a la reflexión. La representante española en el ICIJ lo tiene claro: “El futuro del periodismo pasa por la colaboración entre medios. En la actualidad, las filtraciones cada vez son más en formato electrónico y esto permite que sean masivas. Por lo tanto, la colaboración, sobre todo a nivel internacional, es la única manera de analizarlas”. En este sentido, planteo a Mar Cabra que el periodismo no está en crisis y que lo que fallan son las empresas periodísticas, a lo que ella responde: “La crisis económica existe y los medios de comunicación cada vez tienen menos dinero, sobre todo los impresos. Esta crisis todavía no ha llegado a las televisiones. Hace falta que se replantee el modelo. No es una cuestión de despedir a periodistas; hay que mirar qué tipo de periodistas se introduce en las redacciones y qué tipo de periodismo se necesita. No podemos seguir trabajando igual que en el siglo XIX. La gente quiere consumir periodismo, pero tenemos que darle algo diferente de lo que ven en las redes sociales. No nos podemos quedar en el qué, tenemos que ofrecer el por qué y facilitar contenido para que estén bien informados. El periodismo de investigación es algo que la ciudadanía quiere consumir”.
Otro aspecto importante de la investigación de los papeles de Panamá es el monetario. Mar Cabra confirma que, además del gran impacto que ha tenido a nivel social, la filtración ha sido rentable. “Muchos de los medios que han colaborado nos han informado de que los papeles de Panamá ha sido la vez que más periódicos han vendido o que más visitas han tenido en sus páginas web. En los casos que no, ha sido la segunda. El Süddeutsche Zeitung, periódico alemán al que llegó el material, vendió en la primera semana de publicación de la filtración el equivalente a un día más de periódicos. Ellos publican los siete días de la semana y habían vendido periódicos como si hubieran estado haciéndolo ocho. Este impacto no se habría conseguido si no hubiéramos trabajado en equipo publicando las historias a la vez. Un centenar de medios publicando al mismo tiempo es lo que convierte a una noticia en algo que no se puede evitar.
En este sentido, el ICIJ como organización también hace su valoración: “Lo único que nos falta es conseguir monetizar un poco más este impacto, porque, como organización sin ánimo de lucro que somos, dependemos de donaciones. Ahora mismo no podemos trabajar en todo lo que queremos por problemas económicos, pero esperamos que los papeles de Panamá nos ayuden a conseguir más ingresos”, finaliza. Ojalá.
“Hola. Soy John Doe. ¿Te interesaría recibir unos datos? Me gustaría compartirlos”. Ese es el mensaje anónimo que recibió Bastian Obermayer, periodista del diario alemán Süddeutsche Zeitung, y que significó el comienzo de la mayor filtración de documentos de la historia. Los llamados “papeles de Panamá” son el fruto del trabajo del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por sus siglas en inglés), que logró revelar el ocultamiento de empresas offshore en paraísos fiscales detrás de las cuales se encontraban jefes de estado, ministros, deportistas, artistas y un largo etcétera de personajes de la vida pública.
No está elegido al azar el nombre de John Doe. En inglés, se utiliza cuando no se puede revelar cómo se llama una persona en un procedimiento judicial o para fallecidos sin identidad. Es un alias falso de una persona que quiere quedar en el anonimato. En aquellos primeros mensajes, Bastian Obermayer le preguntó la razón por la cual le facilitaba el material. John Doe le respondió que era un ciudadano preocupado que quería que se informase sobre esos delitos. Además, animaba al periodista germano a que colaborase con medios de otros países como el New York Times para que el impacto fuera global.
Bastian Obermayer relata todos los entresijos de la investigación en Los papeles de Panamá, libro que ha escrito con Frederik Obermaier, su compañero de investigaciones en el Süddeutsche Zeitung. Llevan años trabajando juntos en diferentes historias y escándalos y, pese a no ser familia, a esta dupla de reporteros los han rebautizado como los hermanos Obermay/ier.
Los papeles de Panamá no ha sido una investigación más, y reflejo de ello es el número de documentos que componían la filtración. Apunten: 1 Terabyte son 1.024 gigabytes y 1 gigabyte son 1.024 megabytes. Bien, ahora analicen: el Cablegate de Wikileaks eran 1,7 gigabytes y esta filtración son 2,6 terabytes. Está todo dicho.
Los papeles de Panamá en España
En España, los medios de comunicación que han trabajado el material bajo la supervisión del ICIJ son La Sexta y El Confidencial. En el pequeño círculo de confianza se encontraban Joaquín Castellón por el canal de televisión y Daniele Grasso por el diario digital. “Se pusieron en contacto con Nacho Cardero, director de El Confidencial, a principios del verano del 2015 y él decidió, como ocurrió con la lista Falciani, que se encargara la unidad de datos, a la que yo pertenezco. Mossack Fonseca nos sonaba por el caso del ático de Ignacio González, expresidente de la Comunidad de Madrid, pero no pensábamos que pudiera llegar a convertirse en lo que han significado los papeles de Panamá”, relata Grasso. “Hemos estado trabajando dos personas de El Confidencial más tres de La Sexta como núcleo duro. Un mes antes de la publicación, La Sexta añadió a otra persona y nosotros pusimos a trabajar en el caso a una decena de redactores, distribuyendo entre ellos las diferentes historias que habíamos descubierto”, añade.
En La Sexta también colaboraron con el ICIJ cuando se publicó la lista Falciani. Da qué pensar que en España no haya sido posible que otros medios, como los públicos, participaran. “Es sorprendente y para La Sexta es un orgullo ser el referente en estos casos o en las noches electorales, donde se supera en audiencia a los demás. Parece que las televisiones privadas tienen que hacer el trabajo que no hace la pública. Cualquier ente público debería estar deseando que le llegara un material como el de los papeles de Panamá”, asegura Castellón.
“Los del núcleo duro de El Confidencial y La Sexta hemos trabajado casi en exclusividad en este proyecto, porque no se puede mantener un equipo todo el año trabajando solo en una cosa. Además, hubo elecciones de por medio, pero esto ha sido la espina dorsal. Hacer estas búsquedas engancha y cada vez que teníamos un rato libre nos poníamos con ello. Cuando encuentras un nombre en los papeles de Panamá, quieres buscar tres más y descubrir su historia. Creo que no me equivoco si digo que cualquiera de nosotros entrábamos a diario en una especie de Facebook encriptado que teníamos los periodistas participantes para comprobar qué habían encontrado los demás. Imagina cuando encontraron a Messi; eso es la apertura de cualquier periódico y lo estábamos leyendo unos cuantos cuando todavía quedaban meses para la publicación”, cuenta el periodista de La Sexta. Cree que a nadie se le escapó nada y que la investigación no ha corrido peligro, aunque se pregunta cómo el entonces ministro de Industria, José Manuel Soria, lo sabía todo semanas antes de que le llamaran. “No sabemos cómo se enteró y por nuestra parte creemos que no fue”, relata.
En la redacción de La Sexta había gente que no sabía en qué estaba trabajando. “Preguntas había, a las que respondíamos que estábamos preparando material de una investigación. Los familiares de unos compañeros de Islandia les decían que estaban haciendo el vago porque hacía semanas que no publicaban nada en su medio. Cuando se acercaba la fecha y comenzamos a trabajar en la promoción tampoco se filtró nada. Es un orgullo trabajar en una redacción que es capaz de mantener un secreto. Para el especial de aquel domingo hacían falta 150 o 200 personas y nadie dijo nada” recuerda Castellón.
Ha sido un trabajo delicado y Grasso reconoce que han recibido amenazas como posibles demandas. “La enorme mayoría suele quedarse en nada. El problema no son las presiones en sí, sino cómo reaccionan los editores a estas. En nuestro caso, no nos han cambiado ni una coma de lo que habíamos escrito siempre y cuando fuese veraz y estuviera comprobado por varias personas”, explica.
Le pregunto a Joaquín Castellón por el día D. “Fue horrible. El domingo de la publicación comimos todo el equipo junto en La Sexta y yo tenía una ansiedad terrible. No podía dejar de comer dulce. La cadena iba a apostar fuerte por el tema, esa noche sacábamos nombres importantes (Messi, Almodóvar, la mujer de Arias Cañete, Pilar de Borbón…) y teníamos algo de vértigo. Llevábamos un año trabajando en ello y no sabíamos qué iba a pasar a partir de la publicación. ¿Y si todo el mundo lo negaba? ¿Y si no salía bien? ¿Y si habíamos fallado en algo? Lo cierto es que el trabajo estaba bien hecho, las exclusivas se han ido confirmado y no tenemos ninguna querella”.
Las valoraciones hechas por los periodistas implicados tras la publicación de la información son buenas. Grasso lo confirma: “Cuando en El Confidencial publicamos la lista Falciani y los papeles de Luxemburgo ya nos posicionamos como un medio que hace periodismo de investigación y que le dedica recursos. Esto es algo que no se había visto en la prensa española en los últimos años. Por otro lado, creo que es muy importante que se haya visto la sensibilidad de la opinión pública con respecto a la evasión de impuestos y el uso de paraísos fiscales. Ha calado el mensaje de que esto es legal y de que el problema es justamente ese”.
Ambos periodistas apuestan fuerte por la colaboración entre medios. “Es una forma perfecta de ahorrar recursos y costes. Además, en este caso hemos podido aprovechar las bondades de cada uno. La Sexta tiene el impacto y la audiencia y El Confidencial ofrece la opción de leer la historia completa de manera más reposada. La colaboración está siendo una tendencia muy clara en el periodismo. Por fin estamos dejando de ver al periodista lobo solitario que se encuentra con su fuente en un garaje y que se convierte en un mito y lo estamos cambiando por periodistas que comparten fuentes e información. De este modo, se consigue un impacto mucho más global”, asegura Grasso.
“A mí me ha parecido apasionante. Me lo pareció con la lista Falciani y me lo ha vuelto a parecer ahora. Juntas lo mejor de cada medio y, además, las fuentes se comparten. Todo esto facilita mucho el trabajo. En Suiza, por ejemplo, tres medios crearon una web conjunta para publicar los resultados de la investigación. Como dice Mar Cabra, miembro del ICIJ, si el crimen es global, el periodismo debe ser global. En una filtración como esta, con semejante número de documentos, era imposible que un medio lo gestionara solo. Los papeles de Panamá se convirtieron en un tema de comida familiar o de viaje en el metro y eso es muy difícil de conseguir. Llevábamos dos meses publicando historias y la gente aún nos escribía diciéndonos que había encontrado un nombre”, sentencia Castellón.
Mar Cabra, una española en el ICIJ
El ICIJ es una organización sin ánimo de lucro que se fundó en 1997 y que forma parte de una organización motriz que se llama Center for Public Integrity. La sede está en Washington. El ICIJ lo forman más de doscientos reporteros repartidos por unos 65 países y una de estas piezas es la española Mar Cabra. “Yo me gradué en 2010 en la Universidad de Columbia (Nueva York), hice unas prácticas y a mi jefe de aquel momento le llamaron del consorcio porque necesitaban a alguien en España. Actualmente soy jefa de la Unidad de Datos del ICIJ”, relata la periodista.
Mar Cabra recuerda perfectamente el momento en el que supieron por primera vez de los papeles de Panamá: “La primera reacción de mi jefe fue 'puf, otra filtración de paraísos fiscales, a ver qué hay de nuevo aquí', pero enseguida nos dimos cuenta de que era diferente y de que no solo había narcotraficantes y vendedores ilegales de armas. Empezamos a encontrar políticos, millonarios o personajes famosos. No era una filtración más y el grupo que montamos para la investigación terminó siendo de más de 370 periodistas. Esta es la cuarta investigación que hacemos de paraísos fiscales con un equipo humano similar. Existe una red de confianza montada en ocasiones anteriores y esta vez ha sido la que más fácil nos ha resultado trabajar”.
Sorprende que en España colaboren con esta organización La Sexta y El Confidencial y no esté involucrado ningún periódico en papel. Cabra lo explica: “En principio, nosotros contactamos con medios escritos y desde el ICIJ ofrecimos un par de investigaciones a El País. Ellos dijeron que no y nos fuimos a El Confidencial. Nos fue fenomenal trabajando con este medio y para qué cambiar. Por otro lado, con la lista Falciani pensamos que sería interesante trabajar con una televisión porque estas aumentan el impacto. En ese momento, decidimos contactar con La Sexta. Fue sencillo porque yo ya tenía relación con Ana Pastor al haber colaborado en su programa, El Objetivo, y a través de ella involucramos a toda la cadena”. En concreto, El País rechazó en su momento colaborar en las investigaciones offshore Leaks y LuxLeaks. Pregunto si no se arrepienten después de ver el impacto que han tenido los papeles de Panamá. “Sí, me consta que ellos quieren trabajar con el consorcio”, admite.
Trabajos como este invitan a la reflexión. La representante española en el ICIJ lo tiene claro: “El futuro del periodismo pasa por la colaboración entre medios. En la actualidad, las filtraciones cada vez son más en formato electrónico y esto permite que sean masivas. Por lo tanto, la colaboración, sobre todo a nivel internacional, es la única manera de analizarlas”. En este sentido, planteo a Mar Cabra que el periodismo no está en crisis y que lo que fallan son las empresas periodísticas, a lo que ella responde: “La crisis económica existe y los medios de comunicación cada vez tienen menos dinero, sobre todo los impresos. Esta crisis todavía no ha llegado a las televisiones. Hace falta que se replantee el modelo. No es una cuestión de despedir a periodistas; hay que mirar qué tipo de periodistas se introduce en las redacciones y qué tipo de periodismo se necesita. No podemos seguir trabajando igual que en el siglo XIX. La gente quiere consumir periodismo, pero tenemos que darle algo diferente de lo que ven en las redes sociales. No nos podemos quedar en el qué, tenemos que ofrecer el por qué y facilitar contenido para que estén bien informados. El periodismo de investigación es algo que la ciudadanía quiere consumir”.
Otro aspecto importante de la investigación de los papeles de Panamá es el monetario. Mar Cabra confirma que, además del gran impacto que ha tenido a nivel social, la filtración ha sido rentable. “Muchos de los medios que han colaborado nos han informado de que los papeles de Panamá ha sido la vez que más periódicos han vendido o que más visitas han tenido en sus páginas web. En los casos que no, ha sido la segunda. El Süddeutsche Zeitung, periódico alemán al que llegó el material, vendió en la primera semana de publicación de la filtración el equivalente a un día más de periódicos. Ellos publican los siete días de la semana y habían vendido periódicos como si hubieran estado haciéndolo ocho. Este impacto no se habría conseguido si no hubiéramos trabajado en equipo publicando las historias a la vez. Un centenar de medios publicando al mismo tiempo es lo que convierte a una noticia en algo que no se puede evitar.
En este sentido, el ICIJ como organización también hace su valoración: “Lo único que nos falta es conseguir monetizar un poco más este impacto, porque, como organización sin ánimo de lucro que somos, dependemos de donaciones. Ahora mismo no podemos trabajar en todo lo que queremos por problemas económicos, pero esperamos que los papeles de Panamá nos ayuden a conseguir más ingresos”, finaliza. Ojalá.
Sobre estas líneas, Frederik Obermaier y Bastian Obermayer con Mar Cabra presentando en Madrid el libro Los papeles de Panamá. El acto estuvo conducido por la también periodista Ana Pastor.