Poder trabajar en la llegada de la exposición Picasso, branco no recordo azul, que acaba de inaugurarse en A Coruña, ha sido un lujo y una de esas ocasiones en la que nos toca vestirnos de largo. El día que se inauguró la muestra, por la mañana aún llegaba algún cuadro al Museo de Belas Artes. Era un día ventoso y uno de los operarios, que llevaba un cuadro al interior del recinto, me golpeó ligeramente en el brazo. Nos miramos nerviosos y nos sonreímos. Me había pegado con un Picasso, lo que, sin duda, es una historieta para contar. En cuanto al cuadro, todo correcto.
Malagueño de nacimiento, Picasso vivió su despertar artístico en A Coruña, donde residió casi cuatro años en los que pasó de niño a adolescente. La primera crítica de la que se tiene noticia de una exposición en la que él participara se realizó en la Calle Real coruñesa, las nanas en gallego se las cantaba de adulto a su hija Maya, los primeros dibujos inspirados en Blanco y Negro... todo esto y más estará expuesto hasta junio en A Coruña.
Aún quedan nos quedan algunas semanas picassianas más por delante y toca seguir remando. Lo haremos con el mono de trabajo; las lentejuelas ya las hemos guardado hasta una próxima ocasión.