De vez en cuando, algún despistado me responde y nos miramos con complicidad. Normalmente, trabajan más el saludo los más maduros, pero los años del interlocutor tampoco son garantía de éxito. Tampoco corro mejor suerte si espero un “gracias” cuando sujeto la puerta de alguna de las estancias.
Antes de comenzar estas líneas, he estado tentado de preguntarle a ChatGPT qué opinaba al respecto. Finalmente no lo he hecho, pero lo que sí les puedo asegurar es que siempre devuelve el saludo. Es curioso que, mientras entre humanos no nos saludamos en el gimnasio, la inteligencia artificial sea todo educación.
Mis padres, cuando era niño, siempre me insistieron en el tridente de la educación: hola y adiós, por favor y gracias. Llegas a un sitio y saludas. Te vas de un sitio y te despides. Necesitas algo y lo pides por favor. Te hacen un favor y das las gracias. La mecánica es sencilla y, seamos honestos: tampoco cuesta tanto. Es de cajón.
Ah, por cierto: adiós.