ENTREVISTA
"Francia tiene un problema con el racismo. Es más difícil encontrar un trabajo para un magrebí que se llama Mohamed que para un francés blanco"
Entrevista por Iván Castillo Otero. Fotos por Ángel del Palacio. Publicado en el número 10 (noviembre 2017).
La lógica dice que en agosto el sol azuza con fuerza a todos los que nos disponemos a transitar por el asfalto de Madrid. A primera hora de la tarde, quedar en un lugar exterior no es una buena idea y con tal excusa nos resguardamos en el Café Viena a la espera de Sandrine Morel. Esta periodista francesa llegó a España en 2006 para vivir con su pareja, a la que conoció durante un viaje a Bolivia. Al aterrizar en Madrid, su experiencia en la prensa regional gala y en la televisión nacional de su país le valió para comenzar a trabajar en Le Nouvel Observateur, una publicación semanal, y en Le Courrier D´Espagne. Tiempo después, accedió al puesto de corresponsal de Le Monde en España cuando su predecesor se jubiló. Lleva desempeñando esta función los últimos siete años.
La primera vez que hablamos para concretar esta entrevista me preguntó por la ideología de la revista. Me dijo que todos los medios españoles estaban muy posicionados en el espectro político. ¿Considera que en Francia es diferente? Yo a Le Monde lo situaría como un diario progresista y de centro izquierda.
Todos los diarios tienen una línea editorial con una ideología más o menos marcada, pero no creo que sea el nivel que hay en España. Hay que separar bien las tribunas, los editoriales o las noticias que se publican. En las noticias no se tiene que ver ninguna ideología, se debe guardar cierta neutralidad. Aquí lo que veo es que cada vez se editorializa más y hace que estas pierdan su función primera, que es la de informar. Esta diferencia la aprecio bastante, sobre todo en los últimos tiempos. Existen algunos medios españoles que tienen una ideología tan fuerte que rozan la desinformación. Ya no importa qué se dice, sino quién lo dice, y los medios y los periodistas ya no son elementos informativos, sino biblias. Esto me parece peligroso.
Le Monde es un periódico de centro izquierda, aunque el espectro ideológico es amplio tanto dentro del periódico como en la dirección. En la última campaña francesa se nos acusó de apoyar a Emmanuel Macron y otros dijeron que habíamos sido muy duros con él por publicar todas las polémicas que podían salpicarle.
¿Qué imagen tiene el francés medio de España?
En Francia existe mucha hispanofilia, aunque aquí a veces no se percibe o se piense que los franceses tratamos a los españoles con aire de superioridad. El castellano se enseña muchísimo en las escuelas, nos gusta mucho la cultura de España, sus artistas o su ambiente.
¿Cuáles son las mayores diferencias entre la España que se encontró al llegar en 2006 y la actual?
Cuando yo llegué, el país tenía mucha confianza en sí mismo. Los jóvenes mileuristas denunciaban que, a pesar de tener formación universitaria, el salario medio de los trabajadores de la construcción era considerablemente superior al suyo. Con todo, el ambiente era alegre, casi eufórico. Había trabajo y, si no podías irte de vacaciones, pedías un crédito. A día de hoy, esa confianza ciega en el futuro, esa despreocupación, han desaparecido. Que un joven cobre mil euros es casi una suerte. La crisis fue terrible, aunque actualmente creo que la recuperación es notable. Es probable que los empleos perdidos nunca se vayan a recuperar, en el sentido de que los nuevos contratos no serán tan estables o bien remunerados. Sin embargo, aunque se han creado muchos puestos precarios en los últimos tiempos, no todos responden a estas características. España tiene ahora una visión muy pesimista de la situación, pero el paro está bajando a un ritmo considerable y es probable que, con el tiempo, las condiciones de contratación mejoren.
En lo político, le ha tocado vivir el 15M o la puesta de largo de dos partidos como Podemos y Ciudadanos. Tal y como dijo a un medio digital español a comienzos del 2017, ¿cree que la experiencia Podemos se ha acabado?
Es un titular potente, pero no reniego de lo que dije. Hubo un momento de ebullición política soportada por una energía colectiva y mucho entusiasmo que se ha desinflado en gran parte. Hay mucha gente que pensaba que un cambio real había llegado y ahora se encuentra con que hay una fuerza en el Congreso que está haciendo una oposición de cara al PP pero que no ha impedido que Mariano Rajoy fuera reelegido. El cambio que se esperaba no ha llegado y el bipartidismo ha sobrevivido. Muy optimistas tendrían que ser ahora en Podemos para pensar que van a conseguir acabar con el PSOE como ocurrió con Syriza y el Pasok en Grecia. Han conseguido ser un gran partido a la izquierda de los socialistas, y es un éxito indudable, pero han fracasado en su intento de ser un partido hegemónico en la izquierda.
La primera vez que hablamos para concretar esta entrevista me preguntó por la ideología de la revista. Me dijo que todos los medios españoles estaban muy posicionados en el espectro político. ¿Considera que en Francia es diferente? Yo a Le Monde lo situaría como un diario progresista y de centro izquierda.
Todos los diarios tienen una línea editorial con una ideología más o menos marcada, pero no creo que sea el nivel que hay en España. Hay que separar bien las tribunas, los editoriales o las noticias que se publican. En las noticias no se tiene que ver ninguna ideología, se debe guardar cierta neutralidad. Aquí lo que veo es que cada vez se editorializa más y hace que estas pierdan su función primera, que es la de informar. Esta diferencia la aprecio bastante, sobre todo en los últimos tiempos. Existen algunos medios españoles que tienen una ideología tan fuerte que rozan la desinformación. Ya no importa qué se dice, sino quién lo dice, y los medios y los periodistas ya no son elementos informativos, sino biblias. Esto me parece peligroso.
Le Monde es un periódico de centro izquierda, aunque el espectro ideológico es amplio tanto dentro del periódico como en la dirección. En la última campaña francesa se nos acusó de apoyar a Emmanuel Macron y otros dijeron que habíamos sido muy duros con él por publicar todas las polémicas que podían salpicarle.
¿Qué imagen tiene el francés medio de España?
En Francia existe mucha hispanofilia, aunque aquí a veces no se percibe o se piense que los franceses tratamos a los españoles con aire de superioridad. El castellano se enseña muchísimo en las escuelas, nos gusta mucho la cultura de España, sus artistas o su ambiente.
¿Cuáles son las mayores diferencias entre la España que se encontró al llegar en 2006 y la actual?
Cuando yo llegué, el país tenía mucha confianza en sí mismo. Los jóvenes mileuristas denunciaban que, a pesar de tener formación universitaria, el salario medio de los trabajadores de la construcción era considerablemente superior al suyo. Con todo, el ambiente era alegre, casi eufórico. Había trabajo y, si no podías irte de vacaciones, pedías un crédito. A día de hoy, esa confianza ciega en el futuro, esa despreocupación, han desaparecido. Que un joven cobre mil euros es casi una suerte. La crisis fue terrible, aunque actualmente creo que la recuperación es notable. Es probable que los empleos perdidos nunca se vayan a recuperar, en el sentido de que los nuevos contratos no serán tan estables o bien remunerados. Sin embargo, aunque se han creado muchos puestos precarios en los últimos tiempos, no todos responden a estas características. España tiene ahora una visión muy pesimista de la situación, pero el paro está bajando a un ritmo considerable y es probable que, con el tiempo, las condiciones de contratación mejoren.
En lo político, le ha tocado vivir el 15M o la puesta de largo de dos partidos como Podemos y Ciudadanos. Tal y como dijo a un medio digital español a comienzos del 2017, ¿cree que la experiencia Podemos se ha acabado?
Es un titular potente, pero no reniego de lo que dije. Hubo un momento de ebullición política soportada por una energía colectiva y mucho entusiasmo que se ha desinflado en gran parte. Hay mucha gente que pensaba que un cambio real había llegado y ahora se encuentra con que hay una fuerza en el Congreso que está haciendo una oposición de cara al PP pero que no ha impedido que Mariano Rajoy fuera reelegido. El cambio que se esperaba no ha llegado y el bipartidismo ha sobrevivido. Muy optimistas tendrían que ser ahora en Podemos para pensar que van a conseguir acabar con el PSOE como ocurrió con Syriza y el Pasok en Grecia. Han conseguido ser un gran partido a la izquierda de los socialistas, y es un éxito indudable, pero han fracasado en su intento de ser un partido hegemónico en la izquierda.
La formación morada ha sido relacionada continuamente con el chavismo y, desde su irrupción en la política, Venezuela ha pasado a ser un tema de apertura en los medios de comunicación españoles. ¿Se asemeja a la cobertura que se hace en Francia?
No es comparable porque los lazos que tiene España con Venezuela no son los que tiene Francia, aunque la situación actual ha hecho que la cobertura de lo que pasa en este país sudamericano sea intensa también en los medios franceses. Cerca de citas electorales, es un tema que en España sale a la palestra para dañar a Podemos. Existe un uso partidista lógico por parte de la derecha, pero no creo que sean estas acusaciones las que han dinamitado ninguna opción política de la formación morada.
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en ejercicio, ha tenido que declarar por la presunta financiación ilegal de su partido. Es la primera vez que sucede en España. ¿Tiene precedentes en Francia?
Jacques Chirac o Nicolas Sarkozy han tenido que dar explicaciones por casos de corrupción que les afectaban directamente, pero nunca estando al frente de la nación. En el caso de Mariano Rajoy, él iba como testigo pero el trato que se le ha dado ha sido de acusado. Los españoles no querían saber si había visto algo, lo importante era conocer su grado de implicación con esta trama.
Los casos de corrupción dentro del PP son tremendos. Que desaparezcan discos duros o que se destruyan pruebas es patético. Da una imagen pésima, pero no es decisivo en el momento en el que el ciudadano vota. En España ha existido una gran tolerancia con la corrupción. Hay mucha cultura de trabajar sin pagar impuestos. Con la crisis han crecido las desigualdades y los españoles ya no lo toleran tanto.
¿España vive una situación límite en lo que a la corrupción se refiere?
Sí, pero más límite sería si los diferentes casos no se juzgaran. Creo que no existe impunidad y que los que han robado terminarán pagándolo. Lo importante es que se depuren responsabilidades, se pase página y España se convierta en un país en el que todos los partidos jueguen limpio y no se toleren corruptelas.
Muchas veces creo que el retrato que se hace en los medios de comunicación españoles sobre la situación es demasiado gris. Existe sobreinformación acerca los temas de corrupción y esto hace que el ciudadano piense que España es un país podrido, algo que no creo que sea cierto. Convivimos con otras realidades positivas, pasan cosas buenas y la gente tiene derecho a saberlo.
No es comparable porque los lazos que tiene España con Venezuela no son los que tiene Francia, aunque la situación actual ha hecho que la cobertura de lo que pasa en este país sudamericano sea intensa también en los medios franceses. Cerca de citas electorales, es un tema que en España sale a la palestra para dañar a Podemos. Existe un uso partidista lógico por parte de la derecha, pero no creo que sean estas acusaciones las que han dinamitado ninguna opción política de la formación morada.
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en ejercicio, ha tenido que declarar por la presunta financiación ilegal de su partido. Es la primera vez que sucede en España. ¿Tiene precedentes en Francia?
Jacques Chirac o Nicolas Sarkozy han tenido que dar explicaciones por casos de corrupción que les afectaban directamente, pero nunca estando al frente de la nación. En el caso de Mariano Rajoy, él iba como testigo pero el trato que se le ha dado ha sido de acusado. Los españoles no querían saber si había visto algo, lo importante era conocer su grado de implicación con esta trama.
Los casos de corrupción dentro del PP son tremendos. Que desaparezcan discos duros o que se destruyan pruebas es patético. Da una imagen pésima, pero no es decisivo en el momento en el que el ciudadano vota. En España ha existido una gran tolerancia con la corrupción. Hay mucha cultura de trabajar sin pagar impuestos. Con la crisis han crecido las desigualdades y los españoles ya no lo toleran tanto.
¿España vive una situación límite en lo que a la corrupción se refiere?
Sí, pero más límite sería si los diferentes casos no se juzgaran. Creo que no existe impunidad y que los que han robado terminarán pagándolo. Lo importante es que se depuren responsabilidades, se pase página y España se convierta en un país en el que todos los partidos jueguen limpio y no se toleren corruptelas.
Muchas veces creo que el retrato que se hace en los medios de comunicación españoles sobre la situación es demasiado gris. Existe sobreinformación acerca los temas de corrupción y esto hace que el ciudadano piense que España es un país podrido, algo que no creo que sea cierto. Convivimos con otras realidades positivas, pasan cosas buenas y la gente tiene derecho a saberlo.
Un asunto que tristemente ha unido a Francia y a España ha sido la lucha contra ETA. Le Monde tuvo un papel activo en este tema. Según sus informaciones, ¿hasta dónde llega la implicación del Gobierno de Francia en el desarme de la banda terrorista?
Hasta donde yo sé, es inexistente.
¿Nada?
Que yo sepa. El Gobierno de Francia ha mantenido la misma postura que el español. Es un tema que no ocupa espacio en los medios franceses y tampoco influye en el electorado. Aunque sea duro decirlo, el terrorismo de ETA ha sido un problema de España. Durante años, los miembros de la banda se refugiaron en territorio francés, pero esta vía se cortó con la llegada al poder de François Mitterrand. Francia no tiene interés en realizar ninguna gestión que no cuente con el beneplácito de España.
¿Qué le parece la gestión que ha hecho el actual Gobierno de España del final de ETA?
Intentan mantener una postura firme contra el terrorismo, pero tarde o temprano van a tener que tomar medidas como el acercamiento de los presos a cárceles del País Vasco. Cuesta verle algún tipo de justificación a la dispersión.
Cuando usted llegó a España, el ánimo independentista de un sector del pueblo catalán era algo secundario en la actualidad nacional. Con el tiempo, se ha convertido en un tema central. ¿Cómo lo ve?
Estoy a la expectativa de lo que pueda pasar en octubre. El Gobierno de España lo ha gestionado muy mal y veo complicado que algún día no se celebre el referéndum de independencia de Cataluña por culpa de sus errores. No entiendo como en 2012, cuando Artur Mas fue a la Moncloa a pedirle a Mariano Rajoy el pacto fiscal, este se lo negara y no diera explicaciones. Ni siquiera ofreció una rueda de prensa. España estaba en una situación económica difícil y es obvio que no podía concedérselo, pero ¿por qué al menos no salió y lo argumentó? Un presidente no puede hacer la vista gorda cuando tiene un millón de personas manifestándose en Cataluña mostrando su descontento. La falta de respuestas del gobierno central a la campaña de propaganda de los partidos catalanes han hecho que el independentismo crezca. Artur Mas fue a por una respuesta política para un problema político y Mariano Rajoy hizo como que no pasaba nada. Entiendo que eso dé pie a que los catalanes quieran, tal y como ellos dicen, desconectarse del Estado al no sentirse representados o simplemente tomados en cuenta por los que gobiernan desde Madrid. Ahora creo que es muy complicado reconducir la situación sin que se vote.
Ha tratado para Le Monde la entrada de inmigrantes a España a través de la valla de Melilla y ha sido crítica a este respecto con el Gobierno. Francia también vive una situación tensa en Calais con los indocumentados que intentan llegar al Reino Unido a través del eurotúnel. ¿Qué diferencias y similitudes encuentra entre estas dos problemáticas?
La situación es dramática en ambos casos, pero la principal diferencia es que en el caso de Calais estamos ante personas que quieren abandonar Francia y en el de Melilla o Ceuta es gente que trata de acceder a España. El gobierno francés tiene un acuerdo con el británico para proteger su frontera y por otra parte tienen el deber de garantizar que estas personas tengan unas condiciones mínimas para vivir. Se ha intentado reubicarlos en diferentes puntos de Francia y ellos no quieren, puesto que están en Calais solo de paso.
En el caso español, hay otro agente implicado como es Marruecos, que no tiene el mismo nivel de respeto de los derechos humanos que se exige en la Unión Europea. Es una situación comparable a la de Turquía con la frontera siria. Europa con el gobierno turco ha seguido el ejemplo de España con el marroquí. Se ha trasladado el problema a Turquía y a Marruecos para que controlen a los inmigrantes que quieren entrar en el continente.
Sobre el aborto, ha señalado que en Francia ningún partido se tomaría en serio las demandas que quiso satisfacer el Gobierno del PP en España. ¿Cree que el país ha vivido una involución en temas sociales desde la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa?
Ha existido un intento por parte del PP de volver atrás sobre varias medidas que se tomaron a nivel social en la época de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno. La reforma del aborto no reflejaba en absoluto el pensamiento de la mayoría del pueblo español y ley mordaza se ha utilizado, entre otros casos, en contra de la libertad de información. Por suerte, ha existido una gran presión, han tenido que rectificar en muchos casos y no se ha llegado a la involución.
¿Cómo se ve que España tenga a un autócrata en un mausoleo?
El Valle de los Caídos es sórdido. Donde debería existir un lugar de divulgación sobre lo que sucedió en la Guerra Civil está la tumba del dictador. Es surrealista decir que es un monumento a la reconciliación. Sorprende mucho a una persona como yo que llega de otro país y es increíble es que todavía existan ciudadanos que justifican a Franco. Se me antoja difícil decir algo positivo sobre lo que significaron los cuarenta años de dictadura para España. Los perdedores de la Guerra Civil fueron los republicanos y muchos aún están buscando a sus familiares en las fosas sin ayudas del Estado, algo que es vergonzoso. Ahora bien, los vencedores morales también son ellos. Socialmente, es mucho más humillante ser descendiente de alguien del bando fascista, mientras que ser nieto de un republicano es motivo de orgullo. Por higiene moral, creo que terminarán sacando a Franco del Valle de los Caídos.
¿Qué imagen se tiene en Francia de la monarquía española?
Me atrevería a decir que se ve como algo folclórico. Es un tema que sale más en las revista del corazón que en los diarios de información. En tono de broma, los franceses decimos que siempre hemos querido un presidente que fuera un rey. Hollande tuvo una popularidad muy baja desde sus inicios porque quería ser un ciudadano normal, como decía él mismo. Macron, que se inspira en la simbología monárquica, es presidente y además se lo cree. Lo que no entendí y me pareció un error es que dejaran a Juan Carlos I fuera de las celebraciones del cuarenta aniversario de la Transición. Pasará a la historia por ser el rey que permitió que España pasara de una dictadura a una democracia y no por Corina u otras polémicas.
Hasta donde yo sé, es inexistente.
¿Nada?
Que yo sepa. El Gobierno de Francia ha mantenido la misma postura que el español. Es un tema que no ocupa espacio en los medios franceses y tampoco influye en el electorado. Aunque sea duro decirlo, el terrorismo de ETA ha sido un problema de España. Durante años, los miembros de la banda se refugiaron en territorio francés, pero esta vía se cortó con la llegada al poder de François Mitterrand. Francia no tiene interés en realizar ninguna gestión que no cuente con el beneplácito de España.
¿Qué le parece la gestión que ha hecho el actual Gobierno de España del final de ETA?
Intentan mantener una postura firme contra el terrorismo, pero tarde o temprano van a tener que tomar medidas como el acercamiento de los presos a cárceles del País Vasco. Cuesta verle algún tipo de justificación a la dispersión.
Cuando usted llegó a España, el ánimo independentista de un sector del pueblo catalán era algo secundario en la actualidad nacional. Con el tiempo, se ha convertido en un tema central. ¿Cómo lo ve?
Estoy a la expectativa de lo que pueda pasar en octubre. El Gobierno de España lo ha gestionado muy mal y veo complicado que algún día no se celebre el referéndum de independencia de Cataluña por culpa de sus errores. No entiendo como en 2012, cuando Artur Mas fue a la Moncloa a pedirle a Mariano Rajoy el pacto fiscal, este se lo negara y no diera explicaciones. Ni siquiera ofreció una rueda de prensa. España estaba en una situación económica difícil y es obvio que no podía concedérselo, pero ¿por qué al menos no salió y lo argumentó? Un presidente no puede hacer la vista gorda cuando tiene un millón de personas manifestándose en Cataluña mostrando su descontento. La falta de respuestas del gobierno central a la campaña de propaganda de los partidos catalanes han hecho que el independentismo crezca. Artur Mas fue a por una respuesta política para un problema político y Mariano Rajoy hizo como que no pasaba nada. Entiendo que eso dé pie a que los catalanes quieran, tal y como ellos dicen, desconectarse del Estado al no sentirse representados o simplemente tomados en cuenta por los que gobiernan desde Madrid. Ahora creo que es muy complicado reconducir la situación sin que se vote.
Ha tratado para Le Monde la entrada de inmigrantes a España a través de la valla de Melilla y ha sido crítica a este respecto con el Gobierno. Francia también vive una situación tensa en Calais con los indocumentados que intentan llegar al Reino Unido a través del eurotúnel. ¿Qué diferencias y similitudes encuentra entre estas dos problemáticas?
La situación es dramática en ambos casos, pero la principal diferencia es que en el caso de Calais estamos ante personas que quieren abandonar Francia y en el de Melilla o Ceuta es gente que trata de acceder a España. El gobierno francés tiene un acuerdo con el británico para proteger su frontera y por otra parte tienen el deber de garantizar que estas personas tengan unas condiciones mínimas para vivir. Se ha intentado reubicarlos en diferentes puntos de Francia y ellos no quieren, puesto que están en Calais solo de paso.
En el caso español, hay otro agente implicado como es Marruecos, que no tiene el mismo nivel de respeto de los derechos humanos que se exige en la Unión Europea. Es una situación comparable a la de Turquía con la frontera siria. Europa con el gobierno turco ha seguido el ejemplo de España con el marroquí. Se ha trasladado el problema a Turquía y a Marruecos para que controlen a los inmigrantes que quieren entrar en el continente.
Sobre el aborto, ha señalado que en Francia ningún partido se tomaría en serio las demandas que quiso satisfacer el Gobierno del PP en España. ¿Cree que el país ha vivido una involución en temas sociales desde la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa?
Ha existido un intento por parte del PP de volver atrás sobre varias medidas que se tomaron a nivel social en la época de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno. La reforma del aborto no reflejaba en absoluto el pensamiento de la mayoría del pueblo español y ley mordaza se ha utilizado, entre otros casos, en contra de la libertad de información. Por suerte, ha existido una gran presión, han tenido que rectificar en muchos casos y no se ha llegado a la involución.
¿Cómo se ve que España tenga a un autócrata en un mausoleo?
El Valle de los Caídos es sórdido. Donde debería existir un lugar de divulgación sobre lo que sucedió en la Guerra Civil está la tumba del dictador. Es surrealista decir que es un monumento a la reconciliación. Sorprende mucho a una persona como yo que llega de otro país y es increíble es que todavía existan ciudadanos que justifican a Franco. Se me antoja difícil decir algo positivo sobre lo que significaron los cuarenta años de dictadura para España. Los perdedores de la Guerra Civil fueron los republicanos y muchos aún están buscando a sus familiares en las fosas sin ayudas del Estado, algo que es vergonzoso. Ahora bien, los vencedores morales también son ellos. Socialmente, es mucho más humillante ser descendiente de alguien del bando fascista, mientras que ser nieto de un republicano es motivo de orgullo. Por higiene moral, creo que terminarán sacando a Franco del Valle de los Caídos.
¿Qué imagen se tiene en Francia de la monarquía española?
Me atrevería a decir que se ve como algo folclórico. Es un tema que sale más en las revista del corazón que en los diarios de información. En tono de broma, los franceses decimos que siempre hemos querido un presidente que fuera un rey. Hollande tuvo una popularidad muy baja desde sus inicios porque quería ser un ciudadano normal, como decía él mismo. Macron, que se inspira en la simbología monárquica, es presidente y además se lo cree. Lo que no entendí y me pareció un error es que dejaran a Juan Carlos I fuera de las celebraciones del cuarenta aniversario de la Transición. Pasará a la historia por ser el rey que permitió que España pasara de una dictadura a una democracia y no por Corina u otras polémicas.
Francia ha vivido un año político muy intenso. Ha ganado las elecciones un partido que hasta hace bien poco no existía y las formaciones tradicionales se han visto desplazadas. ¿Qué va a representar la llegada de Emmanuel Macron al Elíseo?
Es aún un misterio. En lo laboral, con Hollande ya se realizó una reforma parecida a la española. Macron está negociando cambios en el mercado de trabajo pero lo está haciendo con los sindicatos y no a espaldas de ellos. Tiene que tener por seguro que tendrá movimientos de protesta, como ocurre siempre que se toca algo relacionado con el trabajo, y por ese motivo está tramitando sus cambios por la vía rápida y con menos debates parlamentarios para evitar que las calles ardan durante meses. Es joven, más sensible al mundo de las empresas emergentes y tiene una visión distinta del mercado laboral en comparación con sus predecesores. Su objetivo es reducir el paro, impedir las deslocalizaciones en el sector industrial y realizar un proceso de adaptación a los empleos del futuro. En lo ideológico es socioliberal. Quiere combinar la defensa de los derechos sociales con la flexibilidad. No es nada dogmático. Sus oponentes dicen que carece de ideología y que representa a los grupos de presión. Él se presenta como un dirigente pragmático. Aunque ningún trabajador lo quiera oír, es de los que piensa que en Francia se terminaron los trabajos para toda la vida o las grandes ofertas públicas de empleo. Los socialistas franceses apuestan por una renta mínima universal, pero Macron tiene una visión que se asemeja más a Ciudadanos. Está a favor de que exista mayor flexibilidad en las empresas, ya que estas lo necesitan en función de la carga de trabajo que tengan. El país necesita un debate en profundidad sobre en qué dirección va nuestro mercado laboral y sobre cómo afectarán las nuevas tecnologías.
En el aspecto internacional, él considera que Francia no recuperará el protagonismo que merece si no respeta los pactos de estabilidad europeos y reduce el déficit público. Por lo tanto, está decidido a hacer sus reformas por la vía rápida. La Alemania de Merkel ha tomado la delantera por presentarse como el único país serio, con pleno empleo y superávit. Macron quiere controlar el gasto para volver a ser el motor de Europa. Cree en la grandeur de la France, algo que se echaba de menos, y apuesta por una Francia abierta al mundo y no cerrada en sí misma. Vistas las dos opciones que había en la segunda vuelta de las elecciones, nadie se puede quejar con el resultado. El Frente Nacional hubiera sido terrible para Francia y Europa.
¿Cree que el PSOE puede verse en una situación similar a la de los socialistas franceses en futuras citas electorales o no corre ese riesgo?
Creo que lo han evitado y ahora lo veo difícil. Al PS le han hecho entre Macron y Mélenchon la pinza que en España le quisieron hacer al PSOE. En Francia les ha funcionado.
Ha sido recurrente en España la comparación entre Podemos y el Frente Nacional. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?
Relacionar a Podemos con el Frente Nacional es ridículo y simplista. La formación morada es muy próxima a Mélenchon y este tiene como punto en común con el Frente Nacional que son euroescépticos.
En el futuro, ¿podría llegar a presidir Francia un candidato del Frente Nacional?
Todo es posible, aunque va a ser complicado. Además, las guerras internas que tienen los van a debilitar mucho. Aunque un tercio de los franceses puedan compartir sus tesis, confío en que el sistema electoral a dos vueltas haga que siempre se movilice una mayoría en contra del Frente Nacional. Para que esto se cumpla, el candidato alternativo no debe provocar un gran rechazo. Si Fillon, que es ultraliberal, o Mélenchon, que pertenece a la izquierda radical, hubieran llegado a la segunda vuelta, no hubiera estado segura de la derrota de Marine Le Pen. Habría resultado complicado movilizar a sus respectivos seguidores para que votaran en contra de la candidata del Frente Nacional.
El terrorismo yihadista lleva varios años golpeado Francia con fuerza. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?
Es un tema complicado que no atiende a un solo motivo. Francia tiene una gran proporción de ciudadanos que son musulmanes por las colonias del Magreb y de otros lugares de África. Esto aumenta la probabilidad de tener dentro del país a jóvenes que se dejan radicalizar por salafistas, o por el autodenominado Estado Islámico. La falta de oportunidades a nivel sociolaboral también es determinante. Por otro lado, existe un problema claro de integración que tiene que ver con la arquitectura. Se han creado guetos a las afueras de las grandes ciudades donde viven miles de personas en pisos pequeños sin zonas de ocio y excluidos a nivel social. Cuando se les hizo llegar después de las independencias de las colonias a algunos les pareció una buena idea y una solución rápida a los problemas de alojamiento, pero fue un error tremendo.
Además, Francia tiene un problema con el racismo. Es más difícil encontrar un trabajo para un magrebí que se llama Mohamed que para un francés blanco. Las discriminaciones nutren este descontento. Muchos de los que están participando de esta locura son jóvenes, de familias desestructuradas, fácilmente influenciables y propensos a entrar en una secta. Ese es el caldo de cultivo. Son chavales que de pronto tienen una causa por la que dar su vida. Quizá en eso se parezca un poco a lo que ha pasado con ETA.
¿Cree que tiene solución?
Hay que tocar madera. Parece que el ritmo de atentados ha descendido. Tiene más relación con lo que ocurre en Siria o Irak. Mucha gente cree que no sirve de nada intervenir allí porque los que perpetran los ataques son lobos solitarios, pero parece que si los debilitas en el origen les cuesta más realizar operaciones de envergadura en suelo europeo. Si me hubieras preguntado hace un año, te habría dicho que esto era una pesadilla que no se iba a acabar nunca, pero ahora tengo la esperanza de que se acabe pronto, de que el Estado Islámico sea parte del pasado antes de lo que pensábamos. Quién sabe.
Ojalá.
Es aún un misterio. En lo laboral, con Hollande ya se realizó una reforma parecida a la española. Macron está negociando cambios en el mercado de trabajo pero lo está haciendo con los sindicatos y no a espaldas de ellos. Tiene que tener por seguro que tendrá movimientos de protesta, como ocurre siempre que se toca algo relacionado con el trabajo, y por ese motivo está tramitando sus cambios por la vía rápida y con menos debates parlamentarios para evitar que las calles ardan durante meses. Es joven, más sensible al mundo de las empresas emergentes y tiene una visión distinta del mercado laboral en comparación con sus predecesores. Su objetivo es reducir el paro, impedir las deslocalizaciones en el sector industrial y realizar un proceso de adaptación a los empleos del futuro. En lo ideológico es socioliberal. Quiere combinar la defensa de los derechos sociales con la flexibilidad. No es nada dogmático. Sus oponentes dicen que carece de ideología y que representa a los grupos de presión. Él se presenta como un dirigente pragmático. Aunque ningún trabajador lo quiera oír, es de los que piensa que en Francia se terminaron los trabajos para toda la vida o las grandes ofertas públicas de empleo. Los socialistas franceses apuestan por una renta mínima universal, pero Macron tiene una visión que se asemeja más a Ciudadanos. Está a favor de que exista mayor flexibilidad en las empresas, ya que estas lo necesitan en función de la carga de trabajo que tengan. El país necesita un debate en profundidad sobre en qué dirección va nuestro mercado laboral y sobre cómo afectarán las nuevas tecnologías.
En el aspecto internacional, él considera que Francia no recuperará el protagonismo que merece si no respeta los pactos de estabilidad europeos y reduce el déficit público. Por lo tanto, está decidido a hacer sus reformas por la vía rápida. La Alemania de Merkel ha tomado la delantera por presentarse como el único país serio, con pleno empleo y superávit. Macron quiere controlar el gasto para volver a ser el motor de Europa. Cree en la grandeur de la France, algo que se echaba de menos, y apuesta por una Francia abierta al mundo y no cerrada en sí misma. Vistas las dos opciones que había en la segunda vuelta de las elecciones, nadie se puede quejar con el resultado. El Frente Nacional hubiera sido terrible para Francia y Europa.
¿Cree que el PSOE puede verse en una situación similar a la de los socialistas franceses en futuras citas electorales o no corre ese riesgo?
Creo que lo han evitado y ahora lo veo difícil. Al PS le han hecho entre Macron y Mélenchon la pinza que en España le quisieron hacer al PSOE. En Francia les ha funcionado.
Ha sido recurrente en España la comparación entre Podemos y el Frente Nacional. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?
Relacionar a Podemos con el Frente Nacional es ridículo y simplista. La formación morada es muy próxima a Mélenchon y este tiene como punto en común con el Frente Nacional que son euroescépticos.
En el futuro, ¿podría llegar a presidir Francia un candidato del Frente Nacional?
Todo es posible, aunque va a ser complicado. Además, las guerras internas que tienen los van a debilitar mucho. Aunque un tercio de los franceses puedan compartir sus tesis, confío en que el sistema electoral a dos vueltas haga que siempre se movilice una mayoría en contra del Frente Nacional. Para que esto se cumpla, el candidato alternativo no debe provocar un gran rechazo. Si Fillon, que es ultraliberal, o Mélenchon, que pertenece a la izquierda radical, hubieran llegado a la segunda vuelta, no hubiera estado segura de la derrota de Marine Le Pen. Habría resultado complicado movilizar a sus respectivos seguidores para que votaran en contra de la candidata del Frente Nacional.
El terrorismo yihadista lleva varios años golpeado Francia con fuerza. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?
Es un tema complicado que no atiende a un solo motivo. Francia tiene una gran proporción de ciudadanos que son musulmanes por las colonias del Magreb y de otros lugares de África. Esto aumenta la probabilidad de tener dentro del país a jóvenes que se dejan radicalizar por salafistas, o por el autodenominado Estado Islámico. La falta de oportunidades a nivel sociolaboral también es determinante. Por otro lado, existe un problema claro de integración que tiene que ver con la arquitectura. Se han creado guetos a las afueras de las grandes ciudades donde viven miles de personas en pisos pequeños sin zonas de ocio y excluidos a nivel social. Cuando se les hizo llegar después de las independencias de las colonias a algunos les pareció una buena idea y una solución rápida a los problemas de alojamiento, pero fue un error tremendo.
Además, Francia tiene un problema con el racismo. Es más difícil encontrar un trabajo para un magrebí que se llama Mohamed que para un francés blanco. Las discriminaciones nutren este descontento. Muchos de los que están participando de esta locura son jóvenes, de familias desestructuradas, fácilmente influenciables y propensos a entrar en una secta. Ese es el caldo de cultivo. Son chavales que de pronto tienen una causa por la que dar su vida. Quizá en eso se parezca un poco a lo que ha pasado con ETA.
¿Cree que tiene solución?
Hay que tocar madera. Parece que el ritmo de atentados ha descendido. Tiene más relación con lo que ocurre en Siria o Irak. Mucha gente cree que no sirve de nada intervenir allí porque los que perpetran los ataques son lobos solitarios, pero parece que si los debilitas en el origen les cuesta más realizar operaciones de envergadura en suelo europeo. Si me hubieras preguntado hace un año, te habría dicho que esto era una pesadilla que no se iba a acabar nunca, pero ahora tengo la esperanza de que se acabe pronto, de que el Estado Islámico sea parte del pasado antes de lo que pensábamos. Quién sabe.
Ojalá.