Porrazos lingüísticos
Por Ivan Castillo Otero. Publicado en el número 4 (septiembre 2014).
Ampersand. Ese es el nombre del símbolo que protagoniza la portada de este número. Reconozco que yo no tenía ni idea. En inglés sirve de abreviatura de “and”, pero en castellano la Fundéu (Fundación del Español Urgente) dice que carece de sentido su utilización para abreviar “y”. Solo lo admiten como recurso gráfico en marcas o similares. La estrecha relación que guarda en muchas ocasiones esta publicación con la lengua y las letras hacía que este fuera un detalle estético altamente seleccionable para envolver la ensalada de escritos que se presenta de aquí hasta la contraportada.
La lengua suele ocupar muchas veces un lugar secundario en la prensa, y cuando le dan el papel protagonista no suele ser por algo positivo. El 5 de agosto de 2014 saltaba en la portada de El Mundo que la policía autónoma vasca tendría que utilizar el euskera en primer lugar en sus intervenciones. Una locura: los uniformados vascos hablando en lengua vasca. Esta información jocosa copaba la primera plana y lo importante lo dejaban para las escondidas páginas interiores. En el texto no destacado se podía leer que el 62% de los aproximadamente 8.000 ertzainas no acreditan ningún conocimiento de euskera. Llámenme loco, pero esto sí que me parece noticioso. Que un funcionario del Gobierno de Euskadi tenga nada con lo que demostrar que habla las dos lenguas oficiales del territorio es, cuando menos, triste.
Lo relatado es un ejemplo de la irresponsabilidad que se comete con esta prostitución partidista de los idiomas. Con ese titular se consigue fomentar la idea de que ciertas personas o estamentos “nos imponen” el euskera (u otra lengua), en vez de aprovechar la tirada de un diario como el creado por Pedro J. Ramírez y denunciar en este caso concreto la infracualificación de la policía o aclarar que, tras dirigirse al ciudadano en vasco, los agentes tienen la obligación de atender en la lengua de Cervantes. En definitiva, ante la avalancha de informaciones indignas que pululan por todos los sitios, sería recomendable una utilización más responsable del periodismo. Pero bueno, será que vende más periódicos andar dando porrazos lingüísticos.
La lengua suele ocupar muchas veces un lugar secundario en la prensa, y cuando le dan el papel protagonista no suele ser por algo positivo. El 5 de agosto de 2014 saltaba en la portada de El Mundo que la policía autónoma vasca tendría que utilizar el euskera en primer lugar en sus intervenciones. Una locura: los uniformados vascos hablando en lengua vasca. Esta información jocosa copaba la primera plana y lo importante lo dejaban para las escondidas páginas interiores. En el texto no destacado se podía leer que el 62% de los aproximadamente 8.000 ertzainas no acreditan ningún conocimiento de euskera. Llámenme loco, pero esto sí que me parece noticioso. Que un funcionario del Gobierno de Euskadi tenga nada con lo que demostrar que habla las dos lenguas oficiales del territorio es, cuando menos, triste.
Lo relatado es un ejemplo de la irresponsabilidad que se comete con esta prostitución partidista de los idiomas. Con ese titular se consigue fomentar la idea de que ciertas personas o estamentos “nos imponen” el euskera (u otra lengua), en vez de aprovechar la tirada de un diario como el creado por Pedro J. Ramírez y denunciar en este caso concreto la infracualificación de la policía o aclarar que, tras dirigirse al ciudadano en vasco, los agentes tienen la obligación de atender en la lengua de Cervantes. En definitiva, ante la avalancha de informaciones indignas que pululan por todos los sitios, sería recomendable una utilización más responsable del periodismo. Pero bueno, será que vende más periódicos andar dando porrazos lingüísticos.