Los miserables
Por Ivan Castillo Otero. Publicado en el número 3 (julio 2014).
Victor Hugo, político, poeta y escritor francés nacido el 26 de febrero de 1802 en Besanzón y fallecido en París el 22 de mayo de 1885, es considerado una de las figuras más importantes de la historia de la lengua francesa. En el año 1862 publicó Los miserables, obra de estilo romántico que versa sobre temas como el bien y el mal o la ética. Incluso hace bien poco fue llevada al cine. Pero no, no voy a hablar sobre este libro. Es una bendita coincidencia que el título que le he dado al artículo coincida con el de la novela francesa, y no podía dejar pasar la ocasión para mencionarla.
La razón por la que he llamado así a este conglomerado de palabras y oraciones es otra. El otro día estaba viendo un programa en la televisión. Era uno de estos mañaneros y hablaban de política. Conectaban con Pablo Iglesias, líder de Podemos, que se encontraba en el Parlamento Europeo, y se defendía de las acusaciones que intentaban mezclarlo con ETA y su mundo. Decía de Esperanza Aguirre, que en unas declaraciones lo relacionaba con ETA, el chavismo y el castrismo, que era una “miserable sin escrúpulos” que haría lo que fuese por mantener su puesto, sus privilegios y su poder. Acto seguido mantenía una acalorada charla con Jaime González, jefe de opinión de ABC. Le preguntaba por sus contactos con el aparato de presos de ETA y si creía que la banda terrorista tuvo algún tipo de justificación política. “No tiene ninguna justificación política, ninguna justificación política, y Podemos condena la violencia de ETA”, le contestaba Iglesias.
Del mismo modo, recordaba que en la reunión a la que se refería el periodista de ABC también fue gente del PSOE o ERC y que fue totalmente pública. González insistió de nuevo y al ver que no conseguía lo que quería, sacarle alguna declaración con la que seguir mezclándolo con la llamada izquierda abertzale, entró en modo demagogo y sentimentalista rancio. Llegó a decir que ETA tiene a sus espaldas casi 1.000 muertos, cuando la cifra exacta son 829. Este tipo, que siempre pide que no se olvide a ninguna de las víctimas, incrementa el número de muertos a manos de la banda terrorista en 171 sin escrúpulos y haciendo un cálculo interesado. Por la misma regla de tres por la que intentan perjudicar al líder de Podemos con supuestos vínculos con ETA, yo podría sacar de aquí que a este señor le interesaban más cadáveres para que sus argumentos se sostuvieran un poco más.
En un desayuno en un conocido hotel de Madrid, Pablo Iglesias dijo que ETA tenía explicación política, algo que no significa que lo esté justificando. La derecha con cierto tufo nostálgico, en la que podríamos encuadrar a Jaime González, ha intentado por todos los medios armar su propia ensalada interesada de argumentos con las palabras de esa rueda de prensa para hacer pensar a la opinión pública del sector que ellos manejan que Iglesias veía con buenos ojos la actividad armada del mal llamado grupo de liberación vasco, algo que, en mi opinión, es querer faltar a la inteligencia de la ciudadanía y a la memoria de los muertos a manos de ETA. Bueno, pues esto también se lo intentó lanzar a la cara en el antes mencionado intercambio de opiniones en televisión.
Jaime González veía que su ofensiva no tenía recompensa, así que terminó por preguntar a Pablo Iglesias a ver qué haría con los presos de ETA. Antes de responder, este le dijo una vez más que no justificaba la violencia ni lo había hecho nunca y que no fuese un manipulador y un mentiroso. “No te insulto, te defino por desgracia, y te tengo aprecio, pero cuando te comportas como un miserable, te lo digo a la cara”, añadía. A su cuestión, le dijo que haría lo mismo que Aznar en cuanto a la política penitenciaria: aplicar la legislación española y acercar a los presos a cárceles cercanas a su lugar de residencia, derecho que pertenece a todo ciudadano español.
Este pasaje es solo uno más de la caverna periodística española. Muchos vascos de bien, los que sufrimos el conflicto sin ser parte interesada, estamos cansados de que gente que posiblemente ni paró en Euskadi en los años duros haga política de miserables. Cuando escucho a esta gente, siento como se burlan de los ciudadanos que nos vimos envueltos en el fuego cruzado de lo que durante tantos años fue una sinrazón de violencia que interesaba a ambos extremos. Aprovechan que muchos españoles no pisaron tierras vascas durante el conflicto para venderles una idea distorsionada que, lamentablemente, cala, y gracias a la que muchos ahora dudan de si Pablo Iglesias es o no parte del aparato etarra.
Como bien decía el eurodiputado de Podemos al final de su intervención en el programa que estaba viendo, cuando una persona está formada, tiene estudios y trata de engañar a las personas es un miserable. Estos indecentes son los mismos que aseguraban que Eduardo Madina (PSOE) seguiría siendo un militante gris socialista si ETA no le hubiera volado la pierna en el atentado que sufrió (Eurico Campano, periodista de La Gaceta e Intereconomía) o que opinan que este simpatiza más con lo que representa ETA que lo que representa el Partido Popular (Bieito Rubido, director del ABC). No es santo de mi devoción el dirigente socialista, pero jugar a demagogia con lo que pudo suponer el fin de su vida es de miserables.
Recuerdo hace unos cuantos años como unos familiares que estaban de viaje en algún lugar de la Mancha, como Don Quijote, tuvieron un episodio cómico en un bar de carretera que me viene muy al hilo del artículo. Se pidieron un refrigerio y una tapa y el camarero les preguntó a ver de dónde eran. Dijeron que venían del País Vasco, de San Sebastián. Era una época de tregua de ETA y les comentaron lo siguiente: “¿Ahora viviréis tranquilos, no?”. Con mucha sorna e ironía le contestaron “Bueno, nosotros seguimos llevando el fusil en el maletero del coche por si acaso”. Esta buena gente de Castilla-La Mancha muy probablemente estaba contaminada por los miserables que desde sus columnas y desde sus programas les vendían una situación de estado de excepción en los territorios vascos y creerían que no bajábamos a comprar pan sin el chaleco antibalas puesto.
Sí, la situación fue muy jodida, pero no podemos seguir permitiendo que esta gente cuente mentiras sin que tenga consecuencias a nivel legal. Estaba fatal contar una verdad a medias al pueblo español que vivía lejos de Euskadi en tiempos de conflicto armado y está igual de mal utilizar a las víctimas con fines poco honorables y partidistas.
Mi padre siempre me contó cuando yo era niño que ETA y el PP eran primos-hermanos. Evidentemente, no se refería a los concejales o militantes honrados que desempeñaban sus funciones ajustándose a la legalidad. Hablaba de los mandamases que desde lejos de las fronteras vascas hacían y deshacían y tenían esa relación de necesidad de actividad armada de ETA para justificar sus decisiones. En la actualidad, la derecha de España y sus ultras tienen miedo y ya no saben a qué agarrarse. ETA, dejando los teatrillos de entrega de armas a un lado, ha dicho que no va a seguir matando, y cualquiera que diga algo que les contraviene es ETA. Es como cuando Estados Unidos se dedicó a invadir Afganistán o Iraq con intereses mal ocultados y cualquier estadounidense que se opusiera era antiamericano. Solo les faltó tacharlos de comunistas. Estamos ante la misma manera de actuar. Siempre igual. Se creen que somos imbéciles y que van engañarnos con cuatro argumentos mal armados, y ahora que aparece un político formado, que habla bien y que defiende el bien común, es ETA. O lo fue. O ellos saben que lo será.
¿Han visto cuantas veces he empleado la palabra miserable a lo largo de este texto? Y eso que no he dicho nada de Eduardo Inda. Ni lo merece.
La razón por la que he llamado así a este conglomerado de palabras y oraciones es otra. El otro día estaba viendo un programa en la televisión. Era uno de estos mañaneros y hablaban de política. Conectaban con Pablo Iglesias, líder de Podemos, que se encontraba en el Parlamento Europeo, y se defendía de las acusaciones que intentaban mezclarlo con ETA y su mundo. Decía de Esperanza Aguirre, que en unas declaraciones lo relacionaba con ETA, el chavismo y el castrismo, que era una “miserable sin escrúpulos” que haría lo que fuese por mantener su puesto, sus privilegios y su poder. Acto seguido mantenía una acalorada charla con Jaime González, jefe de opinión de ABC. Le preguntaba por sus contactos con el aparato de presos de ETA y si creía que la banda terrorista tuvo algún tipo de justificación política. “No tiene ninguna justificación política, ninguna justificación política, y Podemos condena la violencia de ETA”, le contestaba Iglesias.
Del mismo modo, recordaba que en la reunión a la que se refería el periodista de ABC también fue gente del PSOE o ERC y que fue totalmente pública. González insistió de nuevo y al ver que no conseguía lo que quería, sacarle alguna declaración con la que seguir mezclándolo con la llamada izquierda abertzale, entró en modo demagogo y sentimentalista rancio. Llegó a decir que ETA tiene a sus espaldas casi 1.000 muertos, cuando la cifra exacta son 829. Este tipo, que siempre pide que no se olvide a ninguna de las víctimas, incrementa el número de muertos a manos de la banda terrorista en 171 sin escrúpulos y haciendo un cálculo interesado. Por la misma regla de tres por la que intentan perjudicar al líder de Podemos con supuestos vínculos con ETA, yo podría sacar de aquí que a este señor le interesaban más cadáveres para que sus argumentos se sostuvieran un poco más.
En un desayuno en un conocido hotel de Madrid, Pablo Iglesias dijo que ETA tenía explicación política, algo que no significa que lo esté justificando. La derecha con cierto tufo nostálgico, en la que podríamos encuadrar a Jaime González, ha intentado por todos los medios armar su propia ensalada interesada de argumentos con las palabras de esa rueda de prensa para hacer pensar a la opinión pública del sector que ellos manejan que Iglesias veía con buenos ojos la actividad armada del mal llamado grupo de liberación vasco, algo que, en mi opinión, es querer faltar a la inteligencia de la ciudadanía y a la memoria de los muertos a manos de ETA. Bueno, pues esto también se lo intentó lanzar a la cara en el antes mencionado intercambio de opiniones en televisión.
Jaime González veía que su ofensiva no tenía recompensa, así que terminó por preguntar a Pablo Iglesias a ver qué haría con los presos de ETA. Antes de responder, este le dijo una vez más que no justificaba la violencia ni lo había hecho nunca y que no fuese un manipulador y un mentiroso. “No te insulto, te defino por desgracia, y te tengo aprecio, pero cuando te comportas como un miserable, te lo digo a la cara”, añadía. A su cuestión, le dijo que haría lo mismo que Aznar en cuanto a la política penitenciaria: aplicar la legislación española y acercar a los presos a cárceles cercanas a su lugar de residencia, derecho que pertenece a todo ciudadano español.
Este pasaje es solo uno más de la caverna periodística española. Muchos vascos de bien, los que sufrimos el conflicto sin ser parte interesada, estamos cansados de que gente que posiblemente ni paró en Euskadi en los años duros haga política de miserables. Cuando escucho a esta gente, siento como se burlan de los ciudadanos que nos vimos envueltos en el fuego cruzado de lo que durante tantos años fue una sinrazón de violencia que interesaba a ambos extremos. Aprovechan que muchos españoles no pisaron tierras vascas durante el conflicto para venderles una idea distorsionada que, lamentablemente, cala, y gracias a la que muchos ahora dudan de si Pablo Iglesias es o no parte del aparato etarra.
Como bien decía el eurodiputado de Podemos al final de su intervención en el programa que estaba viendo, cuando una persona está formada, tiene estudios y trata de engañar a las personas es un miserable. Estos indecentes son los mismos que aseguraban que Eduardo Madina (PSOE) seguiría siendo un militante gris socialista si ETA no le hubiera volado la pierna en el atentado que sufrió (Eurico Campano, periodista de La Gaceta e Intereconomía) o que opinan que este simpatiza más con lo que representa ETA que lo que representa el Partido Popular (Bieito Rubido, director del ABC). No es santo de mi devoción el dirigente socialista, pero jugar a demagogia con lo que pudo suponer el fin de su vida es de miserables.
Recuerdo hace unos cuantos años como unos familiares que estaban de viaje en algún lugar de la Mancha, como Don Quijote, tuvieron un episodio cómico en un bar de carretera que me viene muy al hilo del artículo. Se pidieron un refrigerio y una tapa y el camarero les preguntó a ver de dónde eran. Dijeron que venían del País Vasco, de San Sebastián. Era una época de tregua de ETA y les comentaron lo siguiente: “¿Ahora viviréis tranquilos, no?”. Con mucha sorna e ironía le contestaron “Bueno, nosotros seguimos llevando el fusil en el maletero del coche por si acaso”. Esta buena gente de Castilla-La Mancha muy probablemente estaba contaminada por los miserables que desde sus columnas y desde sus programas les vendían una situación de estado de excepción en los territorios vascos y creerían que no bajábamos a comprar pan sin el chaleco antibalas puesto.
Sí, la situación fue muy jodida, pero no podemos seguir permitiendo que esta gente cuente mentiras sin que tenga consecuencias a nivel legal. Estaba fatal contar una verdad a medias al pueblo español que vivía lejos de Euskadi en tiempos de conflicto armado y está igual de mal utilizar a las víctimas con fines poco honorables y partidistas.
Mi padre siempre me contó cuando yo era niño que ETA y el PP eran primos-hermanos. Evidentemente, no se refería a los concejales o militantes honrados que desempeñaban sus funciones ajustándose a la legalidad. Hablaba de los mandamases que desde lejos de las fronteras vascas hacían y deshacían y tenían esa relación de necesidad de actividad armada de ETA para justificar sus decisiones. En la actualidad, la derecha de España y sus ultras tienen miedo y ya no saben a qué agarrarse. ETA, dejando los teatrillos de entrega de armas a un lado, ha dicho que no va a seguir matando, y cualquiera que diga algo que les contraviene es ETA. Es como cuando Estados Unidos se dedicó a invadir Afganistán o Iraq con intereses mal ocultados y cualquier estadounidense que se opusiera era antiamericano. Solo les faltó tacharlos de comunistas. Estamos ante la misma manera de actuar. Siempre igual. Se creen que somos imbéciles y que van engañarnos con cuatro argumentos mal armados, y ahora que aparece un político formado, que habla bien y que defiende el bien común, es ETA. O lo fue. O ellos saben que lo será.
¿Han visto cuantas veces he empleado la palabra miserable a lo largo de este texto? Y eso que no he dicho nada de Eduardo Inda. Ni lo merece.