Lobos solitarios
Por Laura Ballarín Bescós. Artículo publicado en el número 1 (marzo 2014).
Animales que aúllan en la noche. Actúan a la sombra del ocaso para hincar el diente en la arteria femoral de los estados carroñeros impidiendo que puedan huir con agilidad después del ataque. El último caso todavía desangra a los Estados Unidos. Edwar Snowden destripó tecnológicamente los servicios secretos e hizo públicos los programas clandestinos del gobierno para controlar parte de la intimidad de las comunicaciones de los ciudadanos en EEUU. Pero no solo ellos, también numerosos líderes mundiales han sido víctimas de este espionaje masivo llevado a cabo por los servicios de inteligencia americanos. Todo un mordisco al poder en la sombra que ha desatado la furia y la desconfianza de las víctimas.
Otros lobos antes que él ya habían entregado las vísceras de la inteligencia americana a los periodistas para estos que las expusieran en las vitrinas de las páginas de sus diarios como un producto de primera necesidad para los ciudadanos. Los valientes caninos creen que la oscuridad de la noche les protegerá de ser identificados y cazados por las autoridades a las que han atacado. Sin embargo, en algunas ocasiones, el contenido del aullido que emiten dispara las alarmas para su busca y captura.
Las cacerías que emprenden las malheridas autoridades para dar muerte a estos soplones animales son más frecuentes de lo que les gustaría. Ya en 1972 de la garganta profunda de un lobo solitario salió un aullido tal que forzó la dimisión del presidente Nixon, totalmente herido de muerte por el escándalo de Waltergate. Años antes, Daniel Ellsberg, “el hijo de puta” según Nixon, se había encargado de facilitar “los Papeles del Pentágono” a The New York Times donde se reconocía que la Guerra de Vietnam iba a costar más víctimas de las admitidas. Más recientemente, la sangría fue provocada por Bradley Manning en el ejército americano al filtrar más de 700.000 documentos secretos a Wikileaks sobre las guerras de Irak y de Afganistán. En nuestro continente, el lobo que habitaba entre la espesa vegetación del banco HSCB, Herve Falcini, hizo público un listado con los mayores evasores fiscales con cuentas en Suiza. Escándalos políticos, militares y fiscales son solo algunos de los mordiscos que estos carnívoros chivatos han propinado en pro de la transparencia informativa.
Aullidos todos que pretendieron ser silenciados por los silbidos de los disparos policiales. Y es que se podría decir que hoy vivimos bajo un estado policial que, si bien tiene una brillante carrocería democrática, el motor de última generación está diseñado con la más avanzada tecnología para avocar que la estructura avance por inercia hacia un férreo control civil. Con estas características, el vehículo policial del estado patrulla impasible, atropellando a los lobos solitarios que se cruzan en las carreteras, hacia aquella sociedad que George Orwell describía en su distopía 1984.
Pero no todos estos animales han sido disparados o arrollados por sus cazadores. Felt falleció de muerte natural tras 30 años en el anonimato y Ellberg cuenta a sus 82 años con un gran prestigio social. Sin embargo, Manning fue cazado y está siendo juzgado por ofrecer información al enemigo, pudiendo ser condenado a cadena perpetua y Falciani se exilió por causas políticas de los frondosos bosques suizos y vaga ahora por la estepa Española. El último eslabón de esta cadena de soplones, Edward Snowden, reside actualmente en Rusia. Disfruta de un visado con vigencia temporal que le facilitó el gobierno del controvertido Vladimir Putin que caduca el 1 de agosto de este año. El año pasado, la labor de este consultor tecnológico de la NSA fue reconocida con el premio Sam Adams Adward para la integridad y la ética de la inteligencia. El galardón, entregado por oficiales retirados de la CIA lleva el nombre de un soldado americano, que durante la guerra de Vietnam reveló malas prácticas relativas a la subestimación del número de tropas de Vietcong con fines políticos.
También en España tenemos especímenes de estos animales, pero aquí acaban destripando la mano que les da de comer por miedo a represalias penales, no por su deber moral. O por lo menos, aún no se conoce a ninguno que alegara responsabilidad ética en la filtración de datos comprometedores. Es el caso de José Luis Peñas, el exconcejal del Ayuntamiento de Majadahonda que ayudó a destapar la Trama Gürtel ligada del Partido Popular una vez que ya había sido salpicado por la sangre. Después de colaborar con la justicia vomitando como perro dócil toda carroña negra que había tragado como perro guardián, también fue imputado por haber recibido dinero de Francisco Correa.
Los servicios secretos de los estados y las grandes corporaciones multinacionales están plagados de perros de Pavlov que cuando escuchan la campaña comienzan a jadear ansiando destripar al enemigo o a la competencia. Sin embargo, pocos son los lobos solitarios que, movidos por su propia moral, deciden actuar al margen de las indicaciones de su líder de la manada y emprenden un vagabundeo solitario por países remotos, pero con la conciencia tranquila. Tras esta marcha, muchos acabaran cazados, tiroteados o, en el mejor de los casos, exiliados. A pesar de todo, su aullido debería ser oído en todos los bosques que se encuentran a lo largo y ancho de la geografía capitalista para que otros como ellos, conscientes y partícipes de la violación de los derechos fundamentales de los hombres, salieran a herir de muerte a la opacidad institucional.
Otros lobos antes que él ya habían entregado las vísceras de la inteligencia americana a los periodistas para estos que las expusieran en las vitrinas de las páginas de sus diarios como un producto de primera necesidad para los ciudadanos. Los valientes caninos creen que la oscuridad de la noche les protegerá de ser identificados y cazados por las autoridades a las que han atacado. Sin embargo, en algunas ocasiones, el contenido del aullido que emiten dispara las alarmas para su busca y captura.
Las cacerías que emprenden las malheridas autoridades para dar muerte a estos soplones animales son más frecuentes de lo que les gustaría. Ya en 1972 de la garganta profunda de un lobo solitario salió un aullido tal que forzó la dimisión del presidente Nixon, totalmente herido de muerte por el escándalo de Waltergate. Años antes, Daniel Ellsberg, “el hijo de puta” según Nixon, se había encargado de facilitar “los Papeles del Pentágono” a The New York Times donde se reconocía que la Guerra de Vietnam iba a costar más víctimas de las admitidas. Más recientemente, la sangría fue provocada por Bradley Manning en el ejército americano al filtrar más de 700.000 documentos secretos a Wikileaks sobre las guerras de Irak y de Afganistán. En nuestro continente, el lobo que habitaba entre la espesa vegetación del banco HSCB, Herve Falcini, hizo público un listado con los mayores evasores fiscales con cuentas en Suiza. Escándalos políticos, militares y fiscales son solo algunos de los mordiscos que estos carnívoros chivatos han propinado en pro de la transparencia informativa.
Aullidos todos que pretendieron ser silenciados por los silbidos de los disparos policiales. Y es que se podría decir que hoy vivimos bajo un estado policial que, si bien tiene una brillante carrocería democrática, el motor de última generación está diseñado con la más avanzada tecnología para avocar que la estructura avance por inercia hacia un férreo control civil. Con estas características, el vehículo policial del estado patrulla impasible, atropellando a los lobos solitarios que se cruzan en las carreteras, hacia aquella sociedad que George Orwell describía en su distopía 1984.
Pero no todos estos animales han sido disparados o arrollados por sus cazadores. Felt falleció de muerte natural tras 30 años en el anonimato y Ellberg cuenta a sus 82 años con un gran prestigio social. Sin embargo, Manning fue cazado y está siendo juzgado por ofrecer información al enemigo, pudiendo ser condenado a cadena perpetua y Falciani se exilió por causas políticas de los frondosos bosques suizos y vaga ahora por la estepa Española. El último eslabón de esta cadena de soplones, Edward Snowden, reside actualmente en Rusia. Disfruta de un visado con vigencia temporal que le facilitó el gobierno del controvertido Vladimir Putin que caduca el 1 de agosto de este año. El año pasado, la labor de este consultor tecnológico de la NSA fue reconocida con el premio Sam Adams Adward para la integridad y la ética de la inteligencia. El galardón, entregado por oficiales retirados de la CIA lleva el nombre de un soldado americano, que durante la guerra de Vietnam reveló malas prácticas relativas a la subestimación del número de tropas de Vietcong con fines políticos.
También en España tenemos especímenes de estos animales, pero aquí acaban destripando la mano que les da de comer por miedo a represalias penales, no por su deber moral. O por lo menos, aún no se conoce a ninguno que alegara responsabilidad ética en la filtración de datos comprometedores. Es el caso de José Luis Peñas, el exconcejal del Ayuntamiento de Majadahonda que ayudó a destapar la Trama Gürtel ligada del Partido Popular una vez que ya había sido salpicado por la sangre. Después de colaborar con la justicia vomitando como perro dócil toda carroña negra que había tragado como perro guardián, también fue imputado por haber recibido dinero de Francisco Correa.
Los servicios secretos de los estados y las grandes corporaciones multinacionales están plagados de perros de Pavlov que cuando escuchan la campaña comienzan a jadear ansiando destripar al enemigo o a la competencia. Sin embargo, pocos son los lobos solitarios que, movidos por su propia moral, deciden actuar al margen de las indicaciones de su líder de la manada y emprenden un vagabundeo solitario por países remotos, pero con la conciencia tranquila. Tras esta marcha, muchos acabaran cazados, tiroteados o, en el mejor de los casos, exiliados. A pesar de todo, su aullido debería ser oído en todos los bosques que se encuentran a lo largo y ancho de la geografía capitalista para que otros como ellos, conscientes y partícipes de la violación de los derechos fundamentales de los hombres, salieran a herir de muerte a la opacidad institucional.