Lengua como arma arrojadiza
Por Ivan Castillo Otero. Publicado en el número 2 (mayo 2014).
Según la RAE, legua significa “sistema de comunicación verbal y casi siempre escrito, propio de una comunidad humana”. Yo, como vasco, he tenido la suerte de nacer en un lugar donde se hablan dos: español y euskera. Las hablo y las escribo, y me siento afortunado. Me enerva sobremanera que existan corrientes en el conjunto de España que intenten utilizar los idiomas como algo para enfrentar a la gente o ideologizar posturas.
En San Sebastián, la ciudad de la que procedo, tuvimos un alcalde con una carrera longeva. El socialista Odón Elorza llegó al cargo sin hablar vasco y se le criticó. Un alto mando en el País Vasco no podía permitirse no hablar una de las lenguas cooficiales. Aprendió y la terminó por hablar en público, sin la fluidez de un niño que la aprende desde los dos años pero haciéndose entender. En aquel momento sus detractores cambiaron el discurso: de ponerlo a caldo por no saber euskera, pasaron a reírse de su poca maña. La doble moral. No comparto la ideología del sujeto en cuestión, se me queda poco socialista, pero criticar el esfuerzo de una persona que en la madurez aprende un idioma tan difícil como el euskera es de mala persona. La santa manía de reírse de la gente que no lo habla bien solo los cohíbe.
El caso de un compañero de partido de Odón Elorza fue sangrante por otro motivo. El exlehendakari Patxi López tuvo la oportunidad de aprender euskera gracias a unas millonarias clases particulares que pagamos todos los vascos. Pese a todo el esfuerzo económico, no llegó ni a la mitad de soltura que tuvo el exalcalde de San Sebastián. Manda huevos que diría aquel. Muy en el estilo de Ana Botella y el inglés.
En el caso de Galicia hubo una circunstancia que me molestó especialmente. Cuando se produjo el fatídico accidente del tren Madrid-Ferrol antes de entrar a la estación de Santiago de Compostela, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, se dirigió a través de las televisiones y radios en una intervención improvisada a los gallegos en gallego: ¡Qué locura! Había que oír y leer las críticas que llegaron desde los diferentes puntos de España. El presidente de Galicia hablando en gallego a los gallegos; kafkiano para algunos.
Núñez Feijóo no tenía ninguna obligación para con los habitantes de fuera de las fronteras en las que él gobierna. Recordemos que el tren trasladaba en su mayoría a gallegos y que el accidente se produjo en la capital de Galicia. Pero los rancios que utilizan las lenguas como arma arrojadiza ahí encontraron otro filón.
Por último, voy a tocar el caso catalán. De esto ha opinado hasta Sergio Ramos; ¿alguien ha olvidado su “si quieres también te lo digo en andaluz”? SI no se acuerdan, busquen en las hemerotecas. Aquí tenemos varios perfiles. En primer lugar, está el indignado porque la universidad en Cataluña es, en su mayoría, en catalán. Si yo voy a Inglaterra a estudiar, tendré que aprender inglés para desenvolverme en la carrera, ¿no? Pues esto es lo mismo. No es nada ilegal ni reprochable. El catalán y el español son lenguas oficiales y están al mismo nivel. Podrán dar clase en el idioma que les plazca a los catalanes en Cataluña, digo yo.
Otro perfil de ciudadano es el que cree que los catalanes hablan en catalán para que no les entendamos y, de paso, para meterse con los que no lo hablamos. Eso es atentar contra la inteligencia de las personas. Sí, habrá algún imbécil al que le hables en español porque no sabes catalán y te responda en catalán pese a advertirle; pero no hagamos de la excepción la regla. ¿Me van a intentar vender la moto de que si alguien les está insultando en este idioma no le entienden?
Finalmente, está el español que se molesta porque dos catalanes hablan en catalán entre sí con él delante. Debe de ser que Cataluña está llena de gente que conspira en su inentendible idioma, ¿saben? A ver, alcornoque: si mi padre y yo tenemos como lengua vehicular el catalán de toda la vida y compartimos mesa con unos amigos de Cuenca, a la hora de pedirle que me acerque el vino o de preguntarle si se ha acordado de traer dinero ¿en qué idioma se lo voy a decir? ¿No se les haría antinatural hablar con un familiar o amigo en otra lengua que ambos conocen pero que no es la que utilizan para comunicarse?
Deberíamos de darnos con un canto en los dientes por vivir en un trozo de tierra con tantas lenguas. Es algo enriquecedor, no motivo de disputa.
En San Sebastián, la ciudad de la que procedo, tuvimos un alcalde con una carrera longeva. El socialista Odón Elorza llegó al cargo sin hablar vasco y se le criticó. Un alto mando en el País Vasco no podía permitirse no hablar una de las lenguas cooficiales. Aprendió y la terminó por hablar en público, sin la fluidez de un niño que la aprende desde los dos años pero haciéndose entender. En aquel momento sus detractores cambiaron el discurso: de ponerlo a caldo por no saber euskera, pasaron a reírse de su poca maña. La doble moral. No comparto la ideología del sujeto en cuestión, se me queda poco socialista, pero criticar el esfuerzo de una persona que en la madurez aprende un idioma tan difícil como el euskera es de mala persona. La santa manía de reírse de la gente que no lo habla bien solo los cohíbe.
El caso de un compañero de partido de Odón Elorza fue sangrante por otro motivo. El exlehendakari Patxi López tuvo la oportunidad de aprender euskera gracias a unas millonarias clases particulares que pagamos todos los vascos. Pese a todo el esfuerzo económico, no llegó ni a la mitad de soltura que tuvo el exalcalde de San Sebastián. Manda huevos que diría aquel. Muy en el estilo de Ana Botella y el inglés.
En el caso de Galicia hubo una circunstancia que me molestó especialmente. Cuando se produjo el fatídico accidente del tren Madrid-Ferrol antes de entrar a la estación de Santiago de Compostela, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, se dirigió a través de las televisiones y radios en una intervención improvisada a los gallegos en gallego: ¡Qué locura! Había que oír y leer las críticas que llegaron desde los diferentes puntos de España. El presidente de Galicia hablando en gallego a los gallegos; kafkiano para algunos.
Núñez Feijóo no tenía ninguna obligación para con los habitantes de fuera de las fronteras en las que él gobierna. Recordemos que el tren trasladaba en su mayoría a gallegos y que el accidente se produjo en la capital de Galicia. Pero los rancios que utilizan las lenguas como arma arrojadiza ahí encontraron otro filón.
Por último, voy a tocar el caso catalán. De esto ha opinado hasta Sergio Ramos; ¿alguien ha olvidado su “si quieres también te lo digo en andaluz”? SI no se acuerdan, busquen en las hemerotecas. Aquí tenemos varios perfiles. En primer lugar, está el indignado porque la universidad en Cataluña es, en su mayoría, en catalán. Si yo voy a Inglaterra a estudiar, tendré que aprender inglés para desenvolverme en la carrera, ¿no? Pues esto es lo mismo. No es nada ilegal ni reprochable. El catalán y el español son lenguas oficiales y están al mismo nivel. Podrán dar clase en el idioma que les plazca a los catalanes en Cataluña, digo yo.
Otro perfil de ciudadano es el que cree que los catalanes hablan en catalán para que no les entendamos y, de paso, para meterse con los que no lo hablamos. Eso es atentar contra la inteligencia de las personas. Sí, habrá algún imbécil al que le hables en español porque no sabes catalán y te responda en catalán pese a advertirle; pero no hagamos de la excepción la regla. ¿Me van a intentar vender la moto de que si alguien les está insultando en este idioma no le entienden?
Finalmente, está el español que se molesta porque dos catalanes hablan en catalán entre sí con él delante. Debe de ser que Cataluña está llena de gente que conspira en su inentendible idioma, ¿saben? A ver, alcornoque: si mi padre y yo tenemos como lengua vehicular el catalán de toda la vida y compartimos mesa con unos amigos de Cuenca, a la hora de pedirle que me acerque el vino o de preguntarle si se ha acordado de traer dinero ¿en qué idioma se lo voy a decir? ¿No se les haría antinatural hablar con un familiar o amigo en otra lengua que ambos conocen pero que no es la que utilizan para comunicarse?
Deberíamos de darnos con un canto en los dientes por vivir en un trozo de tierra con tantas lenguas. Es algo enriquecedor, no motivo de disputa.