Las edades del hombre y los vídeos de TikTok
Texto por Adri V. Barbón
Al principio, antes del verbo, Hesíodo configuró el mito de las edades del hombre para explicar los periodos de la humanidad desde sus inicios. El mito lo recoge Platón. Siglos después Ovidio lo adaptó a Roma y durante la Edad Media lo conocimos a través de San Jerónimo.
La idea viene a ser, resumiéndola mucho, que desde que los dioses nos crean estamos condenados al colapso como especie, degradándonos poco a poco hasta que desaparezcamos, para que los dioses vuelvan a crear otra humanidad que también desaparezca. Este ciclo se repite en distintas edades. Empieza con la de Oro y se degrada a Plata, Bronce y Hierro, hasta que llegue una en el futuro en la que todo cuanto es justo, modesto y bueno; humilde, solidario y equilibrado vuelva al Olimpo y nos quedemos en la Tierra con la amargura y sin ningún tipo de justicia que remedie el mal. Supongo que con este tipo cuentos El Coco no sería más que un simple teleñeco para los chiquillos de la Grecia Ática.
Desde hace unas semanas detecto en los concursos de variedades de los balcones de mi barrio que puede que Hesíodo hablase de nosotros. Me explico. Como todos sabemos se extendió hace meses y por todo el mundo un fenómeno viral llegado de China: el TikTok.
TikTok es una aplicación para crear y compartir vídeos cortos que tras años con cientos de millones de descargas en China (bajo el nombre de Douyin) ha llegado a Occidente y parece que lo haya hecho para quedarse (ya quisieran los de Snapchat). Así, siguiendo las edades del hombre, me doy cuenta que cuando comienza el confinamiento vivimos una edad de oro llena de paz en la que, incapaces de explorar el mundo exterior, exploramos el interior: nos grabamos compartiendo solidarios aplausos emotivos, subimos vídeos deleitando al barrio con improvisados conciertos y un aura esperanzada llena las redes. Pero esta etapa llega a su fin. La sucede una segundad edad plateada que aún comparte vídeos de sus talentos, pero como es menos virtuosa que su predecesora siente la necesidad de grabar por ejemplo un atasco, sin saber si esa gente de los coches trabaja. Graba también gente que pasea y esos vídeos cortos, que ya no son necesariamente en TikTok, les sirven para dejar claro en sus perfiles en redes todo lo que opina, lo que hubiera hecho, lo que habría que hacer. Disfruta del conflicto, pero es piadoso, deja notas pasivo-agresivas a sus vecinos, reclama que si alguien tiene que salir por tener algún tipo de necesidad especial se identifique: un paño violeta, una estrella de David bordada, una campanita cosida a la nariz... algo que le deje bien claro que puede grabarte perdonándote la vida. La raza de plata es colaboracionista apenas, con la de bronce se cubren todas las vacantes de la Stasi. Menos virtuosos que los anteriores, igual de amantes de la guerra pero impiadosos. No se les ocurre grabarse una coreografía en un vídeo corto y con filtros por mucho que te asegure millones de visitas porque ellos no son imbéciles, ellos se limitan a tomar nota de todo cuanto les ofende, grabarlo y denunciarlo con sus aceradas cacerolas: la mascarilla no es la que toca, has tardado dos minutos en tirar la basura, ¿me estás diciendo que tu perro necesita bajar tres veces? Podía acabar ahí, pero no, esta Gestapo de rellano podría estar tranquilamente haciendo yemas descalza y enclaustrada porque con la siguiente edad ya sí que sí. La humanidad de Hierro, amparada por el escudo del carnet de su partido. Miembros del politburó del 13Rue del Percebe que graban, insultan y emiten en directo; difunden, comparten y envían a los periódicos como han puesto a alguien en su sitio porque habrase visto.
Sabemos, a través de Ovidio, que los hombres de la Edad de Hierro de Hesíodo se encargan de delimitar fronteras, defender naciones y declarar la guerra, que se muestran impiadosos e inmisericordes. Se encargan de que la verdad, la lealtad y la modestia desaparezcan y esperan a que todo cuanto es justo nos abandone. Parece que en la Grecia Arcaica hubo quien vislumbró la eficiencia de gente convencida con posverdades a medias para acercar la decadencia a la humanidad. Empezamos grabando esperanzados en los balcones cómo cantábamos y aplaudíamos y estamos empleando el objetivo del teléfono para señalar a cualquiera que consideremos que está haciendo mal las cosas. Espero que con la desescalada vuelvan las coreografías, los chistes y los conciertos a invadir las redes en clips de medio minuto alegre grabado desde un paseo.
La idea viene a ser, resumiéndola mucho, que desde que los dioses nos crean estamos condenados al colapso como especie, degradándonos poco a poco hasta que desaparezcamos, para que los dioses vuelvan a crear otra humanidad que también desaparezca. Este ciclo se repite en distintas edades. Empieza con la de Oro y se degrada a Plata, Bronce y Hierro, hasta que llegue una en el futuro en la que todo cuanto es justo, modesto y bueno; humilde, solidario y equilibrado vuelva al Olimpo y nos quedemos en la Tierra con la amargura y sin ningún tipo de justicia que remedie el mal. Supongo que con este tipo cuentos El Coco no sería más que un simple teleñeco para los chiquillos de la Grecia Ática.
Desde hace unas semanas detecto en los concursos de variedades de los balcones de mi barrio que puede que Hesíodo hablase de nosotros. Me explico. Como todos sabemos se extendió hace meses y por todo el mundo un fenómeno viral llegado de China: el TikTok.
TikTok es una aplicación para crear y compartir vídeos cortos que tras años con cientos de millones de descargas en China (bajo el nombre de Douyin) ha llegado a Occidente y parece que lo haya hecho para quedarse (ya quisieran los de Snapchat). Así, siguiendo las edades del hombre, me doy cuenta que cuando comienza el confinamiento vivimos una edad de oro llena de paz en la que, incapaces de explorar el mundo exterior, exploramos el interior: nos grabamos compartiendo solidarios aplausos emotivos, subimos vídeos deleitando al barrio con improvisados conciertos y un aura esperanzada llena las redes. Pero esta etapa llega a su fin. La sucede una segundad edad plateada que aún comparte vídeos de sus talentos, pero como es menos virtuosa que su predecesora siente la necesidad de grabar por ejemplo un atasco, sin saber si esa gente de los coches trabaja. Graba también gente que pasea y esos vídeos cortos, que ya no son necesariamente en TikTok, les sirven para dejar claro en sus perfiles en redes todo lo que opina, lo que hubiera hecho, lo que habría que hacer. Disfruta del conflicto, pero es piadoso, deja notas pasivo-agresivas a sus vecinos, reclama que si alguien tiene que salir por tener algún tipo de necesidad especial se identifique: un paño violeta, una estrella de David bordada, una campanita cosida a la nariz... algo que le deje bien claro que puede grabarte perdonándote la vida. La raza de plata es colaboracionista apenas, con la de bronce se cubren todas las vacantes de la Stasi. Menos virtuosos que los anteriores, igual de amantes de la guerra pero impiadosos. No se les ocurre grabarse una coreografía en un vídeo corto y con filtros por mucho que te asegure millones de visitas porque ellos no son imbéciles, ellos se limitan a tomar nota de todo cuanto les ofende, grabarlo y denunciarlo con sus aceradas cacerolas: la mascarilla no es la que toca, has tardado dos minutos en tirar la basura, ¿me estás diciendo que tu perro necesita bajar tres veces? Podía acabar ahí, pero no, esta Gestapo de rellano podría estar tranquilamente haciendo yemas descalza y enclaustrada porque con la siguiente edad ya sí que sí. La humanidad de Hierro, amparada por el escudo del carnet de su partido. Miembros del politburó del 13Rue del Percebe que graban, insultan y emiten en directo; difunden, comparten y envían a los periódicos como han puesto a alguien en su sitio porque habrase visto.
Sabemos, a través de Ovidio, que los hombres de la Edad de Hierro de Hesíodo se encargan de delimitar fronteras, defender naciones y declarar la guerra, que se muestran impiadosos e inmisericordes. Se encargan de que la verdad, la lealtad y la modestia desaparezcan y esperan a que todo cuanto es justo nos abandone. Parece que en la Grecia Arcaica hubo quien vislumbró la eficiencia de gente convencida con posverdades a medias para acercar la decadencia a la humanidad. Empezamos grabando esperanzados en los balcones cómo cantábamos y aplaudíamos y estamos empleando el objetivo del teléfono para señalar a cualquiera que consideremos que está haciendo mal las cosas. Espero que con la desescalada vuelvan las coreografías, los chistes y los conciertos a invadir las redes en clips de medio minuto alegre grabado desde un paseo.
Publicado el 30 de abril de 2020