Imagen exterior
Por Ivan Castillo Otero. Artículo publicado en el número 0 (febrero 2014).
Imaginen a un semanario de prestigio mundial publicando en su portada a la canciller alemana en un altar observando al resto de países europeos. Imaginen que todos los estados están representados por sus monumentos más emblemáticos hundidos o desplomándose, e imaginen que España es un toro malherido.
Pongamos que esta publicación es el inglés The Economist, y que meses después advierte de que España podría estar adentrándose en una “espiral de muerte” similar a la griega, por su alto déficit, una tasa de paro superior al 25% y las calles llenas de continuas manifestaciones. Para colmo, imaginemos que este texto llevara por nombre “El misterioso Mariano”.
Sigamos dejando volar la mente. Hagamos el ejercicio de pensar que el también londinense The Times, diario que hace muchos años fuera considerado el cuarto estado sí mismo, acusara al presidente español de abusar del poder que le da su mayoría absoluta en lo que a la reforma del aborto se refiere. Imaginen que le reprochara tratar de satisfacer a una pequeña minoría y que pidiera en su editorial al resto de mandatarios europeos que le hagan reconsiderar su posición. Alguno podría pensar que estos ingleses tienen poca visión de mercado, vistos los precedentes de las españolas adineradas y sus viajes a Londres para, supuestamente, aprender inglés en épocas pasadas.
Por último, imaginen a toda la prensa europea echándose al cuello del Gobierno español por una ley de teórica seguridad ciudadana. Piensen en que desde el británico The Guardian al alemán Die Tageszeitung la denominaran autoritaria o problemática y que dijeran que marca el “camino a una dictadura” o que es una “amenaza a la democracia”.
Ojalá todo esto fuera parte de una mentira, como si de El show de Truman se tratara, pero es la cruda realidad que no quieren que veamos. Esta es la imagen exterior de España. Mientras fuera advierten de posibles revueltas, representan al país con un toro moribundo y tachan al presidente de “erosionar el pluralismo, restringir la libertad, hacer retroceder la posición de la mujer en la sociedad española, dañar la vida familiar e infligir daños psicológicos y físicos a mujeres que padecen en ocasiones circunstancias desesperadas”, el mensaje de fin de año de Rajoy es que lo peor ha pasado y que en 2014 habrá menos parados.
Es bochornoso el trato al intelecto colectivo que dan desde las altas esferas de la política nacional. El ladrón se cree que todos son de su misma condición. El Señor de los hilillos, que fue al funeral de Mandela y tardó tres segundos en hablar de la Copa del Mundo que ganó la Roja hace cuatro años en Sudáfrica. Que no se preocupe: si aguanta la primera mitad de 2014, en verano tiene una buena cortina de humo azuzando a los españoles con las azañas de los chicos de Del Bosque.
Alguno dirá que todo es parte de un plan perfectamente orquestado para derrocar al Gobierno o acabar con el país. Es cierto que publicaciones como The Economist suelen apuntar sus balas con cierta asiduidad a la zona del euro, pero lo cierto es que España se cae a trozos, como mostraron en otra de sus portadas, y no es por los nacionalismos periféricos.
Pongamos que esta publicación es el inglés The Economist, y que meses después advierte de que España podría estar adentrándose en una “espiral de muerte” similar a la griega, por su alto déficit, una tasa de paro superior al 25% y las calles llenas de continuas manifestaciones. Para colmo, imaginemos que este texto llevara por nombre “El misterioso Mariano”.
Sigamos dejando volar la mente. Hagamos el ejercicio de pensar que el también londinense The Times, diario que hace muchos años fuera considerado el cuarto estado sí mismo, acusara al presidente español de abusar del poder que le da su mayoría absoluta en lo que a la reforma del aborto se refiere. Imaginen que le reprochara tratar de satisfacer a una pequeña minoría y que pidiera en su editorial al resto de mandatarios europeos que le hagan reconsiderar su posición. Alguno podría pensar que estos ingleses tienen poca visión de mercado, vistos los precedentes de las españolas adineradas y sus viajes a Londres para, supuestamente, aprender inglés en épocas pasadas.
Por último, imaginen a toda la prensa europea echándose al cuello del Gobierno español por una ley de teórica seguridad ciudadana. Piensen en que desde el británico The Guardian al alemán Die Tageszeitung la denominaran autoritaria o problemática y que dijeran que marca el “camino a una dictadura” o que es una “amenaza a la democracia”.
Ojalá todo esto fuera parte de una mentira, como si de El show de Truman se tratara, pero es la cruda realidad que no quieren que veamos. Esta es la imagen exterior de España. Mientras fuera advierten de posibles revueltas, representan al país con un toro moribundo y tachan al presidente de “erosionar el pluralismo, restringir la libertad, hacer retroceder la posición de la mujer en la sociedad española, dañar la vida familiar e infligir daños psicológicos y físicos a mujeres que padecen en ocasiones circunstancias desesperadas”, el mensaje de fin de año de Rajoy es que lo peor ha pasado y que en 2014 habrá menos parados.
Es bochornoso el trato al intelecto colectivo que dan desde las altas esferas de la política nacional. El ladrón se cree que todos son de su misma condición. El Señor de los hilillos, que fue al funeral de Mandela y tardó tres segundos en hablar de la Copa del Mundo que ganó la Roja hace cuatro años en Sudáfrica. Que no se preocupe: si aguanta la primera mitad de 2014, en verano tiene una buena cortina de humo azuzando a los españoles con las azañas de los chicos de Del Bosque.
Alguno dirá que todo es parte de un plan perfectamente orquestado para derrocar al Gobierno o acabar con el país. Es cierto que publicaciones como The Economist suelen apuntar sus balas con cierta asiduidad a la zona del euro, pero lo cierto es que España se cae a trozos, como mostraron en otra de sus portadas, y no es por los nacionalismos periféricos.