Historia de una portada: El ampersand
Por la redacción de 12 pulgadas. Publicado en el número 4 (septiembre 2014).
Está ante tus ojos el quinto 12 pulgadas, el número cuatro tras el cero, uno, dos y tres. Para los dos primeros números (cero y uno) elegimos una fotografía tomada en exteriores como portada. En el dos tomamos en interior una foto al comienzo de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez para homenajearlo tras su fallecimiento y, finalmente, en el tres volvimos a la calle para presentar en nuestra primera a un manifestante del 22-M. Para esta ocasión hemos trabajado de una manera diferente. Sí, volvemos a los interiores, pero de manera distinta a la anterior. Hemos elegido un motivo que tiene que ver con las letras y le hemos cedido todo el protagonismo.
No contamos con los medios que pueden tener algunas otras publicaciones, pero la imaginación y el morro son gratis. Nos hemos metido en una habitación, como puede ser en la que estás leyendo estas líneas, y el resultado es el que puedes ver en la portada. Pero vayamos al principio, al momento de la idea. Tras tenerla clara, realizamos una prueba en mala calidad con la cámara de un teléfono móvil. Necesitábamos tener algo con lo que empezar a trabajar, algo a lo que agarrarnos.
El siguiente paso fue llevar a la práctica la idea pero esta vez con el material apropiado. Nos metimos en el anteriormente citado habitáculo, encendimos un par de lámparas de mesilla y forramos el suelo y la pared con folios para facilitar el posterior trabajo de borrado de fondo. Con toda la escenografía lista, colocamos el ampersand y pulsamos el disparador de la cámara. Esta es la historia de una portada.
No contamos con los medios que pueden tener algunas otras publicaciones, pero la imaginación y el morro son gratis. Nos hemos metido en una habitación, como puede ser en la que estás leyendo estas líneas, y el resultado es el que puedes ver en la portada. Pero vayamos al principio, al momento de la idea. Tras tenerla clara, realizamos una prueba en mala calidad con la cámara de un teléfono móvil. Necesitábamos tener algo con lo que empezar a trabajar, algo a lo que agarrarnos.
El siguiente paso fue llevar a la práctica la idea pero esta vez con el material apropiado. Nos metimos en el anteriormente citado habitáculo, encendimos un par de lámparas de mesilla y forramos el suelo y la pared con folios para facilitar el posterior trabajo de borrado de fondo. Con toda la escenografía lista, colocamos el ampersand y pulsamos el disparador de la cámara. Esta es la historia de una portada.