El fútbol
Por Ivan Castillo Otero. Artículo publicado en el número 1 (marzo 2014).
Me gusta mucho el fútbol. En casa somos socios y accionistas de la Real Sociedad. Hemos viajado a Inglaterra o Portugal a ver partidos domésticos y de selecciones. Vaya, lo que quiero decir es que me gusta un porrón el fútbol, igual que a los míos. Comienzo así el artículo para que luego no me tachen de anti nada. Me gusta mucho el fútbol, pero cada día me da más asco. El deporte sigue siendo el mismo: once contra once y cuando el balón no entra terminan empate a cero. Pero es que huele tan mal todo lo que le rodea que acaba por asquearme.
Tras mucho marear la perdiz, el expresidente del Sevilla, José María del Nido, ha entrado en la cárcel por tráfico de influencias, información privilegiada, falsedad en documentos y prevaricación por la adjudicación a la empresa Fergocom de diversas obras por parte del Ayuntamiento de Marbella. Aún queda gente en la ciudad hispalense que se lamenta de que este señor haya entrado en prisión porque protagonizó la época dorada del Sevilla. Tócate los pies.
Antes también tuvimos un caso similar. Messi, mejor jugador de fútbol del mundo y hombre anuncio de natillas, estafó supuestamente al fisco. La prensa madridista comenzó una campaña de lanzamiento sistemático de basura al astro argentino, puesto que en el campo poco le pueden hacer. Por otro lado, la prensa barcelonista se pasó semanas resaltando sus valores humanitarios. Yo siempre lo recordaré por su siguiente frase: “No entiendo porqué España tiene que jugar la Copa América, no tienen nada que ver”.
No son buenos tiempos en Barcelona en lo que a la economía futbolera se refiere, pero no centremos esto en un solo club. En el año 2012, los equipos de Primera y Segunda división debían a Hacienda 752 millones. A los meses nos contaron que teníamos que ser positivos, puesto que ya solo debían 690. Si tú y yo tuviéramos una empresa, tendríamos que bajar la persiana con una deuda menor de cinco millones.
Pero esto no es lo más triste que he visto últimamente en lo que al balompié se refiere. Lo peor viene de la clase trabajadora, alelada investigando si Cristiano Ronaldo se ha puesto la gorra al derecho o del revés. Me entristeció mucho ver a un conocido en paro desde hace más de un año y que no mueve un dedo por la situación sociopolítica que estamos viviendo llamar “hijo de puta” al entrenador de su equipo en su cuenta de Facebook por no poner la alineación que él creía que era la correcta. ¿Tanto te va la vida en ello como para ponerte así porque pone o deja de poner al delantero centro que tú quieres? Será por hijos de meretriz a elegir en este país.
No pasa una semana sin que me acuerde de esas declaraciones del señor Llorente, expresidente del Valencia, en las que venía a decir que si la gente no iba los domingos al fútbol, igual les daba por manifestarse por otras cosas y eso no interesaba. Más claro no se puede decir. Franco ya murió, pero sus métodos consiguieron calar muy profundo. Me pone de muy mal humor ver a gente que realmente lo está pasando mal como puede olvidarse de todo en cuanto el árbitro pita el comienzo del partido. Además, si te lo propones puedes ver fútbol todos los santos días de la semana. Es de locos. Kafkiano.
Un juego del pueblo llano que tiene precios de ricos. No puedes llevar a los críos al fútbol sin tener una derrama familiar (eso cuando no ponen el partido un lunes a las diez) y ya no puedes ni comprarle la camiseta porque te roban unos setenta euros de media. Una industria bailando al son que marcan mafiosos y los derechos televisivos, sostenida por personas cegadas y con el tímpano perforado por las tertulias de fútbol nocturnas que acaparan la parrilla. El panorama es desolador.
Me vienen a la cabeza varias canciones. La primera es “La canción del pollino” de Gabinete Caligari: “somos los que llenamos los estadios para poder insultar y blasfemar, somos los que no vamos al teatro y somos carne de bar (...) somos los que no saben no contestan con excepción del 1X2, somos los que no tienen biblioteca y somos más de un millón, bastantes más de un millón”.
Otra canción que es inevitable que me venga a la cabeza es “Gol en el campo” de La Polla Records: “qué bonito es el fútbol, qué pasiones despierta, defiende tus colores, sudar la camiseta. Qué bonito es el fútbol para los que gobiernan, están pegando el palo sin partido de vuelta. Gol en el campo paz en la tierra”.
Y es que ya lo decían los pucelanos de Celtas Cortos en “Skaparate Nacional”: “es el país de don balón, por mi equipo manifestación”.
Tras mucho marear la perdiz, el expresidente del Sevilla, José María del Nido, ha entrado en la cárcel por tráfico de influencias, información privilegiada, falsedad en documentos y prevaricación por la adjudicación a la empresa Fergocom de diversas obras por parte del Ayuntamiento de Marbella. Aún queda gente en la ciudad hispalense que se lamenta de que este señor haya entrado en prisión porque protagonizó la época dorada del Sevilla. Tócate los pies.
Antes también tuvimos un caso similar. Messi, mejor jugador de fútbol del mundo y hombre anuncio de natillas, estafó supuestamente al fisco. La prensa madridista comenzó una campaña de lanzamiento sistemático de basura al astro argentino, puesto que en el campo poco le pueden hacer. Por otro lado, la prensa barcelonista se pasó semanas resaltando sus valores humanitarios. Yo siempre lo recordaré por su siguiente frase: “No entiendo porqué España tiene que jugar la Copa América, no tienen nada que ver”.
No son buenos tiempos en Barcelona en lo que a la economía futbolera se refiere, pero no centremos esto en un solo club. En el año 2012, los equipos de Primera y Segunda división debían a Hacienda 752 millones. A los meses nos contaron que teníamos que ser positivos, puesto que ya solo debían 690. Si tú y yo tuviéramos una empresa, tendríamos que bajar la persiana con una deuda menor de cinco millones.
Pero esto no es lo más triste que he visto últimamente en lo que al balompié se refiere. Lo peor viene de la clase trabajadora, alelada investigando si Cristiano Ronaldo se ha puesto la gorra al derecho o del revés. Me entristeció mucho ver a un conocido en paro desde hace más de un año y que no mueve un dedo por la situación sociopolítica que estamos viviendo llamar “hijo de puta” al entrenador de su equipo en su cuenta de Facebook por no poner la alineación que él creía que era la correcta. ¿Tanto te va la vida en ello como para ponerte así porque pone o deja de poner al delantero centro que tú quieres? Será por hijos de meretriz a elegir en este país.
No pasa una semana sin que me acuerde de esas declaraciones del señor Llorente, expresidente del Valencia, en las que venía a decir que si la gente no iba los domingos al fútbol, igual les daba por manifestarse por otras cosas y eso no interesaba. Más claro no se puede decir. Franco ya murió, pero sus métodos consiguieron calar muy profundo. Me pone de muy mal humor ver a gente que realmente lo está pasando mal como puede olvidarse de todo en cuanto el árbitro pita el comienzo del partido. Además, si te lo propones puedes ver fútbol todos los santos días de la semana. Es de locos. Kafkiano.
Un juego del pueblo llano que tiene precios de ricos. No puedes llevar a los críos al fútbol sin tener una derrama familiar (eso cuando no ponen el partido un lunes a las diez) y ya no puedes ni comprarle la camiseta porque te roban unos setenta euros de media. Una industria bailando al son que marcan mafiosos y los derechos televisivos, sostenida por personas cegadas y con el tímpano perforado por las tertulias de fútbol nocturnas que acaparan la parrilla. El panorama es desolador.
Me vienen a la cabeza varias canciones. La primera es “La canción del pollino” de Gabinete Caligari: “somos los que llenamos los estadios para poder insultar y blasfemar, somos los que no vamos al teatro y somos carne de bar (...) somos los que no saben no contestan con excepción del 1X2, somos los que no tienen biblioteca y somos más de un millón, bastantes más de un millón”.
Otra canción que es inevitable que me venga a la cabeza es “Gol en el campo” de La Polla Records: “qué bonito es el fútbol, qué pasiones despierta, defiende tus colores, sudar la camiseta. Qué bonito es el fútbol para los que gobiernan, están pegando el palo sin partido de vuelta. Gol en el campo paz en la tierra”.
Y es que ya lo decían los pucelanos de Celtas Cortos en “Skaparate Nacional”: “es el país de don balón, por mi equipo manifestación”.