Dormir a pierna suelta
Por Ivan Castillo Otero. Publicado en el número 6 (febrero 2015).
El pasado día 20 de enero me encontraba en el salón de plenos del Ayuntamiento de San Sebastián. Le entrengaban el Tambor de Oro, que es el máximo galardón que puede recibir un donostiarra por parte de sus conciudadanos, a Pedro Subijana, cocinero con tres estrellas Michelin que siempre ha viajado por los diferentes rincones del planeta con Donostia como bandera. Se lo concedían con el total consenso de los cuatro partidos con representación en el Consistorio.
Para glosar su figura y su carrera proyectaron un emocionante vídeo e Iñaki Gabilondo, posiblemente el mejor periodisa nacional y orgulloso donostiarra, disertó a continuación sobre el chef desde el escenario. Subrayó, entre otros muchos aspectos, que Subijana había pasado, como todo hijo de vecino, buenos y malos momentos, pero que siempre dormía bien, a pierna suelta y con la conciencia tranquila. Los días posteriores al acto he reflexionado bastante sobre este aspecto. Aquel 20 de enero pasaban trece días desde los atentados de la revista Charlie Hebdo en París y me da miedo pensar que alguien que comete semejante atrocidad no tiene problemas para conciliar el sueño.
Del mismo modo, me preocupa que los dirigentes de medio mundo duerman tranquilos tras el paripé que hicieron en la manifestación que se organizó para condenar el atentado contra la publicación satírica. Los mismos que clamaban por la libertad de expresión para la foto en las calles de la capital francesa aprueban en España por mayoría absoluta la ley de Seguridad Ciudadana o defendieron en julio de 2007 el secuestro de El Jueves por caricaturizar fornicando a los que entonces eran Príncipes de Asturias. Más sangrante es el caso de Arabia Saudí, que ha condenado a diez años de cárcel, una multa de 230.000 euros y 1.000 latigazos a un muchacho por abrir un foro en internet que quería ser un punto de debate sobre religión y, mientras tranto, enviaban a su ministro de Exteriores a la marcha parisina de protesta por la barbarie yihadista en la redacción de Charlie Hebdo. El punto cómico lo pone la ética de Pedro Sánchez, líder del partido socialista -al menos por nombre- más importante de España, que ha reconocido no haber acudido nunca a la paralización de un desahucio -será que son hechos aislados que no se repiten todas las semanas aquí y allá- pero perdió el trasero por fotografiarse todo lo que pudo para las redes sociales en la manifestación de París. ¿Quién dijo izquerda?
Me pone los pelos de punta que Mariano Rajoy descanse calmado por la noche cuando dice que la crisis ha terminado. Me enoja que Esperanza Aguirre haga lo propio cuando trata de dar lecciones de limpieza al tiempo que ve cómo se salva de chiripa de las detenciones de los que eran su mano derecha en la Comunidad de Madrid o critique que se hable mucho de Podemos y Syriza en los medios de comunicación recordando a los periodistas que ella conoce a sus jefes. Luego tendrá el descaro de achacar a otros parecerse a Willi Münzenberg, propagandista del Partido Comunista de Alemania, y Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de la Alemania nazi.
Yo, por mi parte, no tengo problemas de conciencia que me impidan descansar. Eso sí, dormiría mejor si los que quieren ser ejemplarizantes para la foto fueran de verdad ejemplares en la política y en la vida en general, y dejaran de ser bufones en una parodia sobre la libertad de expresión en la que no creen.
Para glosar su figura y su carrera proyectaron un emocionante vídeo e Iñaki Gabilondo, posiblemente el mejor periodisa nacional y orgulloso donostiarra, disertó a continuación sobre el chef desde el escenario. Subrayó, entre otros muchos aspectos, que Subijana había pasado, como todo hijo de vecino, buenos y malos momentos, pero que siempre dormía bien, a pierna suelta y con la conciencia tranquila. Los días posteriores al acto he reflexionado bastante sobre este aspecto. Aquel 20 de enero pasaban trece días desde los atentados de la revista Charlie Hebdo en París y me da miedo pensar que alguien que comete semejante atrocidad no tiene problemas para conciliar el sueño.
Del mismo modo, me preocupa que los dirigentes de medio mundo duerman tranquilos tras el paripé que hicieron en la manifestación que se organizó para condenar el atentado contra la publicación satírica. Los mismos que clamaban por la libertad de expresión para la foto en las calles de la capital francesa aprueban en España por mayoría absoluta la ley de Seguridad Ciudadana o defendieron en julio de 2007 el secuestro de El Jueves por caricaturizar fornicando a los que entonces eran Príncipes de Asturias. Más sangrante es el caso de Arabia Saudí, que ha condenado a diez años de cárcel, una multa de 230.000 euros y 1.000 latigazos a un muchacho por abrir un foro en internet que quería ser un punto de debate sobre religión y, mientras tranto, enviaban a su ministro de Exteriores a la marcha parisina de protesta por la barbarie yihadista en la redacción de Charlie Hebdo. El punto cómico lo pone la ética de Pedro Sánchez, líder del partido socialista -al menos por nombre- más importante de España, que ha reconocido no haber acudido nunca a la paralización de un desahucio -será que son hechos aislados que no se repiten todas las semanas aquí y allá- pero perdió el trasero por fotografiarse todo lo que pudo para las redes sociales en la manifestación de París. ¿Quién dijo izquerda?
Me pone los pelos de punta que Mariano Rajoy descanse calmado por la noche cuando dice que la crisis ha terminado. Me enoja que Esperanza Aguirre haga lo propio cuando trata de dar lecciones de limpieza al tiempo que ve cómo se salva de chiripa de las detenciones de los que eran su mano derecha en la Comunidad de Madrid o critique que se hable mucho de Podemos y Syriza en los medios de comunicación recordando a los periodistas que ella conoce a sus jefes. Luego tendrá el descaro de achacar a otros parecerse a Willi Münzenberg, propagandista del Partido Comunista de Alemania, y Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de la Alemania nazi.
Yo, por mi parte, no tengo problemas de conciencia que me impidan descansar. Eso sí, dormiría mejor si los que quieren ser ejemplarizantes para la foto fueran de verdad ejemplares en la política y en la vida en general, y dejaran de ser bufones en una parodia sobre la libertad de expresión en la que no creen.