Clásica San Sebastián 2019
Cuando todo sale bien
Texto y fotografías por Iván Castillo Otero
Hay días en los que todo sale bien y hoy es uno de esos. Ha sido como en las películas con final feliz, en las que ganan los buenos. La primera victoria ya se había consumado antes de que arrancara la Clásica San Sebastián: este año, por primera vez, se corría una prueba femenina junto a la tradicional masculina. El deporte femenino ha despegado y esto es imparable. A primera hora de la mañana, unos pocos aficionados aplaudían en el control de firmas de las chicas, pero para las diez, hora de la salida neutralizada, el Boulevard donostiarra ya presentaba una gran imagen. Las deportistas llevan mucho tiempo dando la talla por más trabas que se han ido encontrando por el camino y ahora, por fin, el público está (estamos) respondiendo. Más vale tarde.
Recuerdo que cuando era niño, la mañana de la Clásica era la que menos me costaba madrugar. Era muy emocionante y, de algún modo, aún sigue siéndolo aunque ya peine alguna cana. Iba feliz con mi padre a la salida a buscar el autógrafo y el apretón de manos de mis ídolos. Había uno que sobresalía para mí por encima de todos: Laurent Jalabert. Los niños y las niñas de hoy en día tienen también referentes en las patronas del pelotón y eso me da mucha alegría. Ha sido bonito ver cómo reclamaban su atención este sábado en Donostia.
La carrera femenina ha estado animada desde el banderazo de salida y, mediada la jornada, se ha formado una fuga que ha comenzado a coger minutos. Todos esperábamos la reacción de figuras como Annemiek van Vleuten y Ashleigh Moolman-Pasio, pero la victoria estaba en la escapada. En la parte cabecera, parecía que Lucy Kennedy perdía sus opciones de estampar su nombre en lo más alto del cuadro de honor de la primera Clásica femenina, pero había aún un giro en el guion de esta película que cambiaría la historia. Se ha recuperado del contratiempo que le ha supuesto un inoportuno pinchazo, ha enlazado con el grupo de las elegidas y en Murgil, la última cota del trazado, ha dejado clavada a Janneke Ensing, que ha sido segunda en la meta por detrás de la australiana. Pauliena Rooijakkers ha llegado en tercer lugar, firmando uno de los mejores resultados de su carrera.
En hombres, la previa y la ceremonia del podio han estado marcadas por el adiós de uno de los gregarios más queridos del pelotón: Markel Irizar. El guipuzcoano ha elegido la carrera de casa para decir adiós al ciclismo. No será recordado por grandes triunfos, porque su trabajo ha sido de equipo, del que no se destaca en los titulares de los espacios deportivos pero es muy valorado entre los gallos del pelotón. Además, su historia de superación (se recuperó de un cáncer diagnosticado cuando tenía 22 años y consiguió ser un profesional de la bicicleta) y su carácter alegre le han hecho ganarse la simpatía de la afición y de los compañeros.
Ciñéndonos a lo deportivo, el nombre propio del día es el de Remco Evenepoel. Me cuesta recordar alguna exhibición similar en las 39 ediciones de la Clásica San Sebastián a la que este muchacho belga, de tan solo 19 años, ha brindado hoy por las carreteras de Gipuzkoa. En la presente temporada de pruebas de un día, lo que ha hecho hoy solo es comparable a lo que hizo Mathieu van der Poel en la Amstel Gold Race. En un segundo plano quedan los abandonos de Egan Bernal y Julian Alaphilippe, que, pese a partir como favoritos a la victoria final, no se han recuperado de los esfuerzos del Tour de Francia. Tanto en lo físico como en lo emocional, me temo que ambos necesitarán más tiempo para recuperarse del esfuerzo físico y emocional que ha supuesto la recién finalizada ronda gala.
Evenepoel, que ha estado surtiendo a sus compañeros de bidones en la primera parte de la prueba y que ha llegado a flaquear en alguna ascensión, ha soltado un ataque en una de esas zonas en las que en teoría no se puede burlar la férrea disciplina del pelotón. Se ha marchado con el letón Toms Skujiņš, pero en Murgil no ha podido seguir su rueda y se ha plantado solo en el Boulevard con más de medio minuto sobre el grupo perseguidor. Se agarraba el casco con las dos manos y se tapaba la cara porque ni él se creía lo que acababa de conseguir. Durante el control de firmas, le he saludado (conste en acta que no tenemos el gusto de conocernos personalmente) y ha tenido la deferencia de posarme sonriente para una foto. Además de ser un joven talento, es un tipo simpático.
El veterano campeón olímpico Greg Van Avermaet y Marc Hirschi, prometedor corredor suizo nacido en 1998 (¡solo tiene 20 años!) le han acompañado en el podio. Evenepoel, Hirschi, Bernal y los ausentes Van der Poel y Wout Van Aert hacen que los aficionados al ciclismo miremos al futuro con mucha ilusión.
Como decía, todo ha salido bien: la primera edición de la prueba femenina ha sido un éxito a nivel organizativo y deportivo, Lucy Kennedy ha completado una machada contra viento y marea y Evenepoel ha firmado un carrerón de aúpa. Qué bien voy a dormir hoy.
Recuerdo que cuando era niño, la mañana de la Clásica era la que menos me costaba madrugar. Era muy emocionante y, de algún modo, aún sigue siéndolo aunque ya peine alguna cana. Iba feliz con mi padre a la salida a buscar el autógrafo y el apretón de manos de mis ídolos. Había uno que sobresalía para mí por encima de todos: Laurent Jalabert. Los niños y las niñas de hoy en día tienen también referentes en las patronas del pelotón y eso me da mucha alegría. Ha sido bonito ver cómo reclamaban su atención este sábado en Donostia.
La carrera femenina ha estado animada desde el banderazo de salida y, mediada la jornada, se ha formado una fuga que ha comenzado a coger minutos. Todos esperábamos la reacción de figuras como Annemiek van Vleuten y Ashleigh Moolman-Pasio, pero la victoria estaba en la escapada. En la parte cabecera, parecía que Lucy Kennedy perdía sus opciones de estampar su nombre en lo más alto del cuadro de honor de la primera Clásica femenina, pero había aún un giro en el guion de esta película que cambiaría la historia. Se ha recuperado del contratiempo que le ha supuesto un inoportuno pinchazo, ha enlazado con el grupo de las elegidas y en Murgil, la última cota del trazado, ha dejado clavada a Janneke Ensing, que ha sido segunda en la meta por detrás de la australiana. Pauliena Rooijakkers ha llegado en tercer lugar, firmando uno de los mejores resultados de su carrera.
En hombres, la previa y la ceremonia del podio han estado marcadas por el adiós de uno de los gregarios más queridos del pelotón: Markel Irizar. El guipuzcoano ha elegido la carrera de casa para decir adiós al ciclismo. No será recordado por grandes triunfos, porque su trabajo ha sido de equipo, del que no se destaca en los titulares de los espacios deportivos pero es muy valorado entre los gallos del pelotón. Además, su historia de superación (se recuperó de un cáncer diagnosticado cuando tenía 22 años y consiguió ser un profesional de la bicicleta) y su carácter alegre le han hecho ganarse la simpatía de la afición y de los compañeros.
Ciñéndonos a lo deportivo, el nombre propio del día es el de Remco Evenepoel. Me cuesta recordar alguna exhibición similar en las 39 ediciones de la Clásica San Sebastián a la que este muchacho belga, de tan solo 19 años, ha brindado hoy por las carreteras de Gipuzkoa. En la presente temporada de pruebas de un día, lo que ha hecho hoy solo es comparable a lo que hizo Mathieu van der Poel en la Amstel Gold Race. En un segundo plano quedan los abandonos de Egan Bernal y Julian Alaphilippe, que, pese a partir como favoritos a la victoria final, no se han recuperado de los esfuerzos del Tour de Francia. Tanto en lo físico como en lo emocional, me temo que ambos necesitarán más tiempo para recuperarse del esfuerzo físico y emocional que ha supuesto la recién finalizada ronda gala.
Evenepoel, que ha estado surtiendo a sus compañeros de bidones en la primera parte de la prueba y que ha llegado a flaquear en alguna ascensión, ha soltado un ataque en una de esas zonas en las que en teoría no se puede burlar la férrea disciplina del pelotón. Se ha marchado con el letón Toms Skujiņš, pero en Murgil no ha podido seguir su rueda y se ha plantado solo en el Boulevard con más de medio minuto sobre el grupo perseguidor. Se agarraba el casco con las dos manos y se tapaba la cara porque ni él se creía lo que acababa de conseguir. Durante el control de firmas, le he saludado (conste en acta que no tenemos el gusto de conocernos personalmente) y ha tenido la deferencia de posarme sonriente para una foto. Además de ser un joven talento, es un tipo simpático.
El veterano campeón olímpico Greg Van Avermaet y Marc Hirschi, prometedor corredor suizo nacido en 1998 (¡solo tiene 20 años!) le han acompañado en el podio. Evenepoel, Hirschi, Bernal y los ausentes Van der Poel y Wout Van Aert hacen que los aficionados al ciclismo miremos al futuro con mucha ilusión.
Como decía, todo ha salido bien: la primera edición de la prueba femenina ha sido un éxito a nivel organizativo y deportivo, Lucy Kennedy ha completado una machada contra viento y marea y Evenepoel ha firmado un carrerón de aúpa. Qué bien voy a dormir hoy.
Publicado el 3 de agosto de 2019