A falta de Leganés, tiembla Rivas con Extremoduro
Crónica y foto por Ivan Castillo Otero. Concierto del 21 de junio de 2014.
Extremoduro tenía su primera cita en la Comunidad de Madrid en el estadio del Leganés, pero se vendieron más entradas de las que se debían y las medidas de seguridad no eran las correctas. A prisa y corriendo se cambió el recinto. El Auditorio Miguel Ríos de Rivas Vaciamadrid cumplía con creces lo que se espera de un recinto para albergar una gira de este tamaño y algo más de 17.000 personas se dieron cita en la localidad situada al sur de la capital.
Eran algo más de las siete de la tarde y el lugar ya presentaba una gran entrada. La gente consumía bebida y comida, los psicotrópicos estaban muy vigilados por las brigadas caninas. Para el que no haya estado nunca, el Miguel Ríos es algo parecido a un teatro romano; tiene unas gradas al fondo en forma de u y una explanada en la parte central para vivir el espectáculo con más pasión. El inicio del show estaba programado para las diez de la noche, pero la banda originaria de Extremadura se retrasó media hora. Pincharon por megafonía "Al cantar" de Platero y tú, se apagaron las luces y la muchedumbre rugió ante el inminente pistoletazo de salida. El escenario estaba adornado con una lona que imitaba a casetas de obra y una de verdad colgaba de lo alto de este. Fue bajando poco a poco y, con la ayuda de un obrero disfrazado, llegó a las tablas. De detrás de esta salieron los cuatro integrantes de la banda y comenzaron a tocar una introducción sobre las notas de "Extraterrestre". Enlazaron tres clásicos como "Sol de invierno", "Buscando una luna" y "La vereda de la puerta de atrás" para que el público entrase al trapo desde el primer minuto.
"Locura transitoria" fue la primera concesión al nuevo álbum llamado Para todos los públicos, y el respetable la acogió como a un clásico. La enlazaron con "Mamá", con algo menos de ritmo que el comienzo del bolo, y volvió a subir la temperatura con "Golfa". "Si te vas..." fue una buena aportación de Material defectuoso y tras esta llegó la primera sorpresa de la noche. Robe pidió que nadie grabara "Canta la rana", un tema inédito y que quiere que siga siendo una sorpresa para los que acudan a sus directos en el resto de ciudades. Empieza suave, sube de velocidad según avanzan las notas y tiene un estribillo pegadizo. La mejor toma de esta composición de las de toda la gira la regalarán en las redes.
Una selección de La ley innata compuesta por "Dulce introducción al caos", "Segundo movimiento: lo de fuera" (con unos versos nuevos) y "Cuarto movimiento: la realidad" dieron paso al tradicional descanso de veinte minutos que se toman siempre. Tras el entreacto, volvieron como una bala con "Prometeo" y "Jesucristo García". "Poema sobrecogido" sirvió para coger impulso y cabalgar con intensidad sobre "So payaso", "Mi voluntad" y la genial "Autorretrato". Siempre es un placer perderse por la versión extendida que hacen en directo de esta última, con solos de guitarra más largos y un gran trabajo del hombre responsable de las teclas.
Los primeros versos de "Standby" significaron la entrada en trance de todos y un guiño necesario a uno de los himnos de Yo, minoría absoluta. "Salir", una declaración de intenciones, sonó mucho más sucia y desgarradora que en disco y "Puta" fue el punto de máxima potencia de rock y guitarras de la noche. "Qué borde era mi valle" fue colocada al final del repertorio, buscando colarla como un hit añejo más. Suena más que correcta, pero le queda recorrido antes de convertirse en una indispensable aportación a los directos. "Ama, ama y ensancha el alma" puso punto final para una gran mayoría de los asistentes, que no esperaron al cierre final con "El camino de las utopías".
Robe, Uoho y compañía supieron hacer olvidar el mareo de cambio de localidad del concierto a base de una ensalada bien aliñada de clásicos y nuevas piezas. Están al nivel de las últimas giras, haciendo ver que son mucho más que unos rentistas del viejo material. Los que piensan acudir a las diferentes fechas que les quedan a estos chicos, prepárense para tres horas de recital que se pasan volando.
Eran algo más de las siete de la tarde y el lugar ya presentaba una gran entrada. La gente consumía bebida y comida, los psicotrópicos estaban muy vigilados por las brigadas caninas. Para el que no haya estado nunca, el Miguel Ríos es algo parecido a un teatro romano; tiene unas gradas al fondo en forma de u y una explanada en la parte central para vivir el espectáculo con más pasión. El inicio del show estaba programado para las diez de la noche, pero la banda originaria de Extremadura se retrasó media hora. Pincharon por megafonía "Al cantar" de Platero y tú, se apagaron las luces y la muchedumbre rugió ante el inminente pistoletazo de salida. El escenario estaba adornado con una lona que imitaba a casetas de obra y una de verdad colgaba de lo alto de este. Fue bajando poco a poco y, con la ayuda de un obrero disfrazado, llegó a las tablas. De detrás de esta salieron los cuatro integrantes de la banda y comenzaron a tocar una introducción sobre las notas de "Extraterrestre". Enlazaron tres clásicos como "Sol de invierno", "Buscando una luna" y "La vereda de la puerta de atrás" para que el público entrase al trapo desde el primer minuto.
"Locura transitoria" fue la primera concesión al nuevo álbum llamado Para todos los públicos, y el respetable la acogió como a un clásico. La enlazaron con "Mamá", con algo menos de ritmo que el comienzo del bolo, y volvió a subir la temperatura con "Golfa". "Si te vas..." fue una buena aportación de Material defectuoso y tras esta llegó la primera sorpresa de la noche. Robe pidió que nadie grabara "Canta la rana", un tema inédito y que quiere que siga siendo una sorpresa para los que acudan a sus directos en el resto de ciudades. Empieza suave, sube de velocidad según avanzan las notas y tiene un estribillo pegadizo. La mejor toma de esta composición de las de toda la gira la regalarán en las redes.
Una selección de La ley innata compuesta por "Dulce introducción al caos", "Segundo movimiento: lo de fuera" (con unos versos nuevos) y "Cuarto movimiento: la realidad" dieron paso al tradicional descanso de veinte minutos que se toman siempre. Tras el entreacto, volvieron como una bala con "Prometeo" y "Jesucristo García". "Poema sobrecogido" sirvió para coger impulso y cabalgar con intensidad sobre "So payaso", "Mi voluntad" y la genial "Autorretrato". Siempre es un placer perderse por la versión extendida que hacen en directo de esta última, con solos de guitarra más largos y un gran trabajo del hombre responsable de las teclas.
Los primeros versos de "Standby" significaron la entrada en trance de todos y un guiño necesario a uno de los himnos de Yo, minoría absoluta. "Salir", una declaración de intenciones, sonó mucho más sucia y desgarradora que en disco y "Puta" fue el punto de máxima potencia de rock y guitarras de la noche. "Qué borde era mi valle" fue colocada al final del repertorio, buscando colarla como un hit añejo más. Suena más que correcta, pero le queda recorrido antes de convertirse en una indispensable aportación a los directos. "Ama, ama y ensancha el alma" puso punto final para una gran mayoría de los asistentes, que no esperaron al cierre final con "El camino de las utopías".
Robe, Uoho y compañía supieron hacer olvidar el mareo de cambio de localidad del concierto a base de una ensalada bien aliñada de clásicos y nuevas piezas. Están al nivel de las últimas giras, haciendo ver que son mucho más que unos rentistas del viejo material. Los que piensan acudir a las diferentes fechas que les quedan a estos chicos, prepárense para tres horas de recital que se pasan volando.
Publicado el 22 de junio de 2014